Fotografía de Andrea Vergara

Fotografía de Andrea Vergara

Hoy en día es más común depender de las redes sociales para albergar estos recuerdos, pero cuando comenzaron, uno debía conformarse con breves mensajes que apenas daban una impresión de vivencia. Como pinturas rupestres, estos mensajes funcionaron para mostrar la urgencia por capitalizar el deseo de mostrarse en un punto y en un momento. Cuando las palabras no fueron suficientes y se volvieron obsoletas, la imagen llegó para reemplazar al relato. El futuro será visual, dicen los entusiastas mercadólogos y diseñadores que reniegan de la gran horma de las palabras que no logran calzar. Por desgracia, la imagen en las pantallas siempre será apenas un destello de información que fluye en el río de nuestros muros de inicio junto con las imágenes de nuestras amistades.

Tal vez la aversión moderna por las palabras y los grandes relatos sea la estrategia para desprendernos de nuestra memoria. La Ilíada y La Odisea son el claro ejemplo de cómo los grandes relatos pueden superar el olvido. Nuestra nueva práctica de recordar deja de lado este aspecto de los mensajes sustituyéndolos por una imagen diluida que nos esforzamos por retocar hasta que desaparezca lo que no toleramos de nosotros. Para incomodidad de los gurús de la innovación, la lengua revela eso que queremos ocultar, pero también despierta lo que dejamos a merced del olvido en imágenes cada vez más fugaces.

Quizá lo más triste de esto es que algún día los servidores digitales que albergan nuestros recuerdos dejarán de funcionar de un momento a otro arrastrando hacia lo obsoleto las vivencias que dejamos a su merced. […]

Dorian Huitrón

Hoy en día es más común depender de las redes sociales para albergar estos recuerdos, pero cuando comenzaron, uno debía conformarse con breves mensajes que apenas daban una impresión de vivencia. Como pinturas rupestres, estos mensajes funcionaron para mostrar la urgencia por capitalizar el deseo de mostrarse en un punto y en un momento. Cuando las palabras no fueron suficientes y se volvieron obsoletas, la imagen llegó para reemplazar al relato. El futuro será visual, dicen los entusiastas mercadólogos y diseñadores que reniegan de la gran horma de las palabras que no logran calzar. Por desgracia, la imagen en las pantallas siempre será apenas un destello de información que fluye en el río de nuestros muros de inicio junto con las imágenes de nuestras amistades.

Tal vez la aversión moderna por las palabras y los grandes relatos sea la estrategia para desprendernos de nuestra memoria. La Ilíada y La Odisea son el claro ejemplo de cómo los grandes relatos pueden superar el olvido. Nuestra nueva práctica de recordar deja de lado este aspecto de los mensajes sustituyéndolos por una imagen diluida que nos esforzamos por retocar hasta que desaparezca lo que no toleramos de nosotros. Para incomodidad de los gurús de la innovación, la lengua revela eso que queremos ocultar, pero también despierta lo que dejamos a merced del olvido en imágenes cada vez más fugaces.

Quizá lo más triste de esto es que algún día los servidores digitales que albergan nuestros recuerdos dejarán de funcionar de un momento a otro arrastrando hacia lo obsoleto las vivencias que dejamos a su merced. […]

Dorian Huitrón

Ilustración de Andrea Vergara

Ilustración de Andrea Vergara

(…) Como aquel que calla, otorga. / Y aunque la ignorancia es sorda, / pude levantar la voz. / Más fuerte que los ladridos / de los perros consentidos / y que la voz del pastor (…)

“Como el viento de poniente”, Marea, 2002

Cuando la editora de este proyecto me encargó la tarea de escribir la introducción que abre el telón de esta revista supuse rápidamente que sería una tarea muy difícil. Muchas cosas por decir en tan poco espacio. Primero pensé en describir un poco todos los escritos que componen este trabajo para esbozar al lector su contenido y que pudiera familiarizarse ampliamente. O hasta, dicho de otro modo, cobijarse con el mismo, si es necesario. Decía, es una tarea difícil, sobre todo, cuando estoy acostumbrado a redactar textos académicos. Que parece lo mismo, pero no lo es.

Sin embargo, solo así aprendemos que es necesario tomar pie en aquellas introducciones que son de mucha importancia para invitar a los lectores a navegar en aguas que en apariencia son transparentes, pero que, sin duda, llegan a tener algún color, algún sabor. Siendo así mi caso, pasé de escribir sociología a escribir poesía y, para este preciso momento, una invitación. Porque estas palabras son una invitación. Y es curioso cómo la vida nos lleva de un lado a otro, pensando que es complicado escribir una tesis cuando es mas complicado invitar a que alguien la lea.

Entonces pasa uno de compartir tecnicismos sobre algún fenómeno social, a escribir meramente literatura; dicha que a la fecha me ha causado siempre un placer, pues el alma se libera y deconstruye al mismo tiempo que se acentúa con la reflexión. Tejiendo, para mi suerte y bienaventuranza, un puente en el que abrazo aquel discurso sociológico con el sentir de las palabras que suavizan el corazón. El cual es, hablando en términos de equipo, nuestro caso, pues todos aquí apostamos y aportamos múltiples sentires matizados bajo diversas disciplinas que me hacen catalogar este gran trabajo como un escrito interdisciplinario entre las humanidades y la literatura, a modo de pasajes que uno a uno irán entreteniendo al lector, obsequiándole un nuevo panorama sobre los diversos temas tratados y que, a pesar de que pude describirlos, decidí dejarlos a sorpresa, sin dejar de insistir en el gran talento de mis colegas aquí presentes.

Esta pequeña revista que tienes en tus manos es el esfuerzo de un grupo de desconocidos con un interés en común: compartir la belleza de la experiencia a través de las palabras. Cada texto que a continuación leerás tiene como finalidad transmitir, más allá de información, un conocimiento empírico que, de alguna manera, marcó las vidas de las y los que aquí escribimos a ustedes, lectores queridos. Mostrando un arrebolado pasaje entre los sentimientos e inquietudes que denotan nuestro intento por darle luz o vida a aquellas reflexiones que tanto le hacen falta transmitir a estas nuevas generaciones de lectores sobre el presente, el hoy. Que a parecer mío, y después de una pandemia que nos transcribió, necesitamos aquella apertura ante lo que siempre ha estado ahí, eso que aún callamos, pero que, lejos de solo transmitirlo, busquemos esa libertad de soltar lo que en esos ayeres de nuestra realidad tangible era un proyecto sociocultural: la palabra.

Así, entonces, esta revista surge del fruto de una serie de interpretaciones que van desde la filosofía clásica hasta la libre poesía contemporánea y que a modo de herramienta se convierte en un espacio sin más que las propias orillas de una cuartilla como limitantes, más no determinantes, para invitarlos a ustedes lectores que son por quienes espacios como estos siguen creciendo.

Mr. Saddy

Octubre – Migración – Andrea Vergara

Octubre – Migración – Andrea Vergara

Portada por Andrea Vergara

Sea por necesidad económica, bienestar social o por huir de la violencia, muchas poblaciones humanas alrededor del mundo se desplazan de su lugar o país de origen hacia otro donde intentan encontrar un sustento y una situación de vida más tranquila y confortante para ellas, ellos y sus respectivas familias. Desde el origen del ser humano, diferentes grupos sociales han vivido en constante movimiento en busca de recursos y climas más aptos para su supervivencia. En Revista Rito invitamos a reflexionar y ser conscientes de las múltiples problemáticas que están involucradas en el fenómeno social de la migración, como los obstáculos que las personas encuentran en sus travesías, pero también queremos visibilizar los actos humanitarios y a quienes los ejecutan buscando ser un apoyo para que los derechos se cumplan o simplemente para que el viaje sea menos duro.

Muchas gracias a quienes conforman este número: Yuleisy Cruz Lezcano, Myriam Achurra, Armando Gómez Rivas, Giovanny Medina, Eric Oliver Luna González, Lilivet Peña Echemendía, Alberto Quero, Roberto Rodríguez, Sadih Repillosa, Omar Moreno, Juan Manuel Labarthe, Jorge Oberto, Khatia García, Mahima Gupta, Eduardo Omar Honey Escandón, Karla Hernández Jiménez y Andrea Vergara.

Mayo – Intertextualidad – Andrea Vergara

Mayo – Intertextualidad – Andrea Vergara

Por Andrea Vergara

El lenguaje es una de las manifestaciones más fascinantes del ser humano, su capacidad creadora hace del mundo algo infinito porque no solamente nombra, sino que crea en lo nombrado nuevas realidades que están en continuo diálogo. Todo lo que nos rodea y lo que rodeamos es un signo; los lenguajes en los que los expresamos son también inagotables. Hay lenguajes hechos de lenguajes con otros lenguajes dentro, y su relación es tan rica como profunda.

Precisamente ahí es donde nace la intertextualidad, un fenómeno de naturaleza semiótica que abarca todo: la relación entre una obra literaria y otra, el diálogo entre disciplinas, el mundo de referencias, citas o alusiones, el punto de partida para la creación de una obra artística surgida del proceso de catarsis, la respuesta a una idea, el homenaje, la formación de conocimiento, el pensamiento analítico, en fin, es casi imposible sustraerse a ese diálogo intertextual del que no siempre tenemos consciencia.

En este número te proponemos conocer la experiencia intertextual de nuestros autores, ¿cómo se han relacionado ellos con otros textos e ideas? En el caso de nuestra portada, la autora se basó en el cuento «Berenice» de Edgar Allan Poe. ¿Qué ejercicio intertextual has llevado a cabo tú? Esperamos que con esta lectura puedas plantearte una visión propia de este ritual inagotable.

Bienvenido a este Rito.