Por Isaac Rosales Ángel

Este documento de carácter divulgativo no es sino una síntesis de los principales hallazgos derivados del modesto estudio de caso que constituyó la tesina presentada para obtener el título de licenciatura en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa. Dar a conocer estos resultados tiene por objetivo contribuir a la reflexión en torno a la violencia de género en el seno de las instituciones de educación superior, en aras de visibilizar aún más lo que padecen cotidianamente miles de mujeres en espacios pensados, originalmente, para la construcción de conocimientos y no para la reproducción de la violencia. Además, se busca la sensibilización no sólo con los casos presentados, sino también con la problemática en general que hoy en nuestro país deja a más de once mujeres asesinadas al día por el simple hecho de serlo.

Antes de entrar en materia, es conveniente enunciar algunos rasgos metodológicos relevantes. Primero, esta investigación se posicionó bajo el paradigma interpretativo, pues es el único que posibilita emplear tanto una metodología cuantitativa como cualitativa en un mismo estudio y enriquecer su poder explicativo, así como el de cualquier otro proyecto de investigación.

Tomando en cuenta que se utilizó una metodología mixta, es momento de presentar los métodos que se elaboraron para la construcción de datos. En lo tocante a la cuantitativa, se elaboró una encuesta y se aplicaron 41 cuestionarios; para la cualitativa se realizó un guion de entrevista y, posteriormente, se aplicaron seis entrevistas a profundidad. Ambos instrumentos fueron dirigidos a estudiantes mujeres de nivel licenciatura adscritas a la UAM Iztapalapa. Cabe señalar que, por razones de espacio, para esta entrega sólo se presenta una parte de los resultados del análisis cuantitativo.

Para generalizar y no perdernos en los datos específicos, se construyó un índice sobre las experiencias de violencia de género en el entorno universitario a partir de los indicadores ya analizados más otros constitutivos de la violencia física y sexual. Los resultados se visualizan en la siguiente tabla.

Fuente: elaboración propia a partir de la encuesta ‘Discriminación y violencia de género ejercida por profesores y compañeros hacia mujeres estudiantes de licenciatura de la UAM Iztapalapa’.

Es posible observar que el porcentaje más alto pertenece a la categoría ‘Nulas experiencias de violencia de género’ (36.6%), lo cual indica que una parte considerable de las estudiantes encuestadas no ha sufrido violencia de género. No obstante, si sumamos el porcentaje de las mujeres que han padecido muchas experiencias (31.7%) y el de aquellas que han sufrido solo algunas (31.7%), tenemos como resultado que 63.4% de las universitarias han padecido este tipo de episodios, algunas con más frecuencia que otras.

Cabe destacar que se intentó medir la conciencia de los privilegios masculinos en el ámbito universitario entre las estudiantes encuestadas, con base en una escala de Likert, tomando en consideración las siguientes variables: 1) los hombres pueden vestirse de la forma que quieran sin miedo a ser acosados sexualmente; 2) los protocolos universitarios que atienden la violencia de género contra las mujeres son insuficientes para erradicar esta problemática; 3) existe impunidad ante las denuncias formales por violencia de género en la UAM Iztapalapa; 4) debido a la impunidad e ineficiencia de los mecanismos de justicia universitarios, las denuncias públicas por violencia de género se han convertido en una opción valiosa para visibilizar la problemática y  obtener el reconocimiento y la empatía de todas aquellas personas que convergen en el espacio universitario; 5) algunos profesores son indolentes y poco empáticos ante la problemática de la violencia de género; 6) algunos compañeros varones son indolentes y poco empáticos ante la problemática de la violencia de género; 7) algunos compañeros encubren a sus amigos o conocidos que han cometido agresiones en contra de compañeras de la universidad; 8) las compañeras que han sufrido violencia de género en la universidad son revictimizadas por sus compañeros y/o profesores; 9) ciertos profesores enfatizan las supuestas mejores capacidades de los hombres para las áreas de tecnología, matemáticas, ingenierías y las ciencias de la naturaleza, etcétera; 10) si yo denunciara actos de violencia de género dentro de la universidad o en sus alrededores frente a las autoridades universitarias, seguramente minimizarían mi denuncia; y 11) las universidades son instituciones que, desde sus orígenes, fueron creadas por hombres y para hombres. Los resultados se visualizan en la siguiente tabla.

Fuente: elaboración propia a partir de la encuesta ‘Discriminación y violencia de género ejercida por profesores y compañeros hacia mujeres estudiantes de licenciatura de la UAM Iztapalapa’.

Se puede observar que la mayoría de las estudiantes encuestadas tiene una percepción alta de los privilegios masculinos implícitos en las relaciones sociales cotidianas, puesto que representan el 78% del total. Esto quiere decir que son mujeres concientes de los privilegios del sexo dominante, utilizados para reproducir las relaciones asimétricas entre hombres y mujeres. Por otra parte, el 12% tiene una percepción media de los privilegios masculinos y solamente el 9.8% tiene una percepción baja. Esto último se puede traducir en una baja identificación de algunos mecanismos de dominación masculina.

Tomando como referencia los resultados parciales analizados, es evidente que existen múltiples expresiones de la violencia de género que inciden en la vida universitaria –pero también en la personal– de las estudiantes de la UAM Iztapalapa, motivo por el que resulta urgente prevenir y atender esta problemática. Una propuesta es reformar el reglamento universitario con mecanismos de sanción más eficaces y expeditos que los actuales, para alcanzar una reparación integral del daño, así como la garantía de no repetición. Dicha reforma tendría que asegurar el acompañamiento psicológico y legal permanente de las víctimas, atención de los casos con perspectiva de género (es decir, con sensibilidad y conciencia de los privilegios masculinos en nuestra sociedad actual), sanciones justas, garantizando en todos los casos la separación inmediata del agresor de los espacios compartidos con la víctima, además de hacer obligatoria la asistencia a cursos sobre masculinidades igualitarias, relaciones interpersonales sanas y perspectiva de género, sin importar la gravedad del abuso.