Por Bárbara Cristina Elizalde Rodríguez
Así son las mañanas frescas,
ellas golpean la orilla como levantando todo a su paso.
Oleaje siniestro
qué borra las huellas de los militantes caídos,
frío y tenebroso,
arrastre de la muchedumbre de la suciedad.
Y ahí parece que todo está en silencio,
en ese sumergir
parecemos y padecemos juntos la existencia, la vida misma.
Nos llevamos todo eso que nos mata,
nos miramos comprendiendo lo que se dice sin palabras, esos sentimientos que enloquecen y su rabia conjugada con la locura del amor.
Estamos juntos como el sonido que calma por las mañanas,
por eso te hacen música
y musa,
siendo amada, siendo mares.