Por Edith Velázquez Vargas

La tristeza colgada en la pared
en los pasillos su silencio grita,
su dolor se escucha
y su soledad le habita.
Sus paredes son pedazos del ayer
componen su belleza
dibujada en llanto
y la sentía sin poder tocarla.
Ella hablaba de una vida muerta
de desdicha hecha historia
en la admiración eterna de un artista.
Un amor del arte y que arde
de los que duelen y les aplauden,
de los que fueron y nunca mueren.
En cada rincón su color
con un pincel maquillaba sus heridas
incompleta escondía su sonrisa,
le arrancaron la vida
Y su memoria sigue viva.