Por Martha Sued Rico Delgado 

La nostalgia es una palabra, afecto, señal, síntoma, es la existencia misma. No se elige, solo aparece. Un afecto que perturba el cuerpo y deja marcas, creando un juego entre la ausencia y la presencia, la falta y el deseo, la pérdida y el encuentro; en el punto intermedio se localiza la posibilidad de perderlo todo, el vacío, la posibilidad de pérdida de aquello que nos hace vivir, ese céfiro respirable.

Para Braunstein (2011) la nostalgia “es un modo de vivir, de vivir recordando y llorando por un “dulce recuerdo” que se idealiza y del cual el sujeto no puede ni quiere desprenderse, al que se aferra con el alma entera” p.52,  es por esto que se experimenta como algo de lo que partimos y a lo que volvemos; es el alegato ante el desvalimiento que conlleva el comprender la efimeridad de la vida, nostalgia de vivir, nostalgia por la vida, por la irracionalidad de la vida, los paraísos perdidos, algo más fuerte que la depresión, abrasadora; una pesada loza que abate lentamente… vivimos en la orilla del vacío, en la orilla de la angustia mirando desde la nostalgia. 

Afecto más presente en la plena oscuridad de la noche, acompañado de soledad, en la que lo real parece renunciar al cuerpo, latente en el insomnio, en cada palabra, idea, sueño implorante, con unas manos frías en plegaria, manos que suplican lo que se desconoce, la imposibilidad, anhelando figuras ideales inalcanzables puestas en vitrina, girones de nuestros sueños, quimeras ausentes; es un estar solos sin estarlo.

La nostalgia es la desesperación, la asfixia, la angustia ante el porvenir que destroza y roba el hoy, condición humana que a su vez es un reencuentro con el destino, el retorno al dolor. Es la búsqueda de un pasado inolvidable, un bienestar extraviado, la tristeza por la imposibilidad de ser, la incredulidad de un porvenir que se desdibuja. Vivenciada como “un dolor agudo y a los dos días… un sufrimiento insoportable” (Pamuk, 2008, p.208).

La nostalgia es una musa, un colgante prendido al cuello zurcido a la piel del que parece imposible deshacerse, algo ausente que atormenta, extrañando lo que aún no se conoce y lo sabido de antemano; pues, por paradójico que parezca, es un deseo, un deseo de retornar al origen, la quietud, es el deseo de morir, incierto destino que busca encontrarse incluso en lo inhóspito de la muerte, en el dejar de existir. 

 

Referencias

Braunstein, N. (2011). Diálogo sobre la nostalgia en psicoanálisis. Desde el Jardín de Freud. Revista de Psicoanálisis, 11, 51-66. Recuperado de: https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27216

Pamuk, O. (2008). El museo de la inocencia. Budapest. Recuperado de: https://es.pdfdrive.com/el-museo-de-la-inocencia-e199682183.html