Por José M. Nava

Los seres humanos vivimos en un mundo neoliberalista y en constante cambio por las revoluciones industriales que suceden cada vez más rápido; la evolución de las computadoras, de los chips y teléfonos ha sido de un ejemplo claro de esta narrativa, al tener operadores que llegan a racionalizar de forma óptima lo que haría el ser humano y hacer múltiples operaciones en un instante. Esto nos hace reflexionar a dónde llevaría el ritmo de vida tan apresurado al hombre: a dudar de su lugar y, así como esta crisis que ha existido desde la época Renacentista con Copérnico, a saber su ubicación en el cosmos, la cual nunca fue el centro de todo.

Actualmente la máquina es más funcional que un humano en sus distintas formas, inclusive se parece a él en su forma de pensar compleja, gracias a los avances en la inteligencia artificial y la computación cuántica. También los avances del campo de la genética, medicina y biología junto a otras disciplinas que involucran ciencias de la computación e ingeniería, nos han llevado a los cambios de los cuerpos y a una restitución de que el humano puede romper los límites impuestos por la naturaleza, en una evolución dirigida y que se considera mejor que la humana para poder sostenerse en esta maquinaria capitalista, aunque esto implica de una forma directa una regularización más fuerte  sobre los cuerpos (Foucault, 2007).

El hombre está en una transición que conocemos como lo transhumano, un estado liminal el cual intenta transcender para alcanzar lo posthumano, que es totalmente dejar este lado humano, no solo en el ámbito físico, sino también metafísico en la construcción de un nuevo espíritu y valores (Brostom, 2008).

En este aspecto se hace una crítica sobre estos valores y a qué se le puede considerar mejor, pues no hay una generalidad dentro del mundo sociocultural tan diverso de los humanos y sus distintas cosmovisiones alrededor del globo (que ni aun la globalización ha podido unificar). Las mejoras que podríamos entender en primera instancia es la ingeniería genética para arreglar enfermedades desde antes que se produzcan, para alargar nuestro ciclo de vida y hacernos más fuertes en cualquier aspecto físico biológico. Pero si todo nuestro cuerpo se vuelve reemplazable ¿a dónde nos llevaría eso? Al mismo juego del consumismo y las “mejoras” del capitalismo, donde quienes condicionan estas reglas como la moda y la tendencia dictan ahora de qué forma ontológica cambiamos nuestro ser.

Bibliografía

  1. Bostrom N. (2008) Why I want to be a posthuman when I grow up. Recuperado el 18 de junio de 2021 de http://www.nickbostrom.com/posthuman.pdf .
  2. Foucault, M. (2007). Nacimiento de la Biopolítica; Curso en el Collège de France (1978-1979). Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.
  3. Fukuyama F. (2004).Transhumanism. Foreign Policy. Recuperado el 18 de junio de 2021 de https://foreignpolicy.com/2009/10/23/transhumanism/
  4. Vaccari, A. (2014) la Posthumanidad como un bien objetivo: los peligros del futurismo en el debate sobre la optimización genética humana. Acta Bioethica, 20 (2), 237-245.