Por Sergio H. García
Para Camila que desconoce su historia
y eso la convierte en lienzo blanco
Raúl ha muerto,
sus sonrisas añejas
se quedaron en mi niñez
junto a juguetes rancios
y el óxido de su muerte.
II
Mi mamá pronto envejecerá,
su mano no tendrá fuerzas para luchar contra los centauros
cazadores de amas de casa viudas solitarias
con hijos que tienen miedo.
III
Quisiera pensar que Raúl no murió
solo se oscureció,
su amplia forma y figura
fueron negadas a nuestros ojos.
Quisiera pensar
que Camila lo ve.
IV
Hay un centauro parado en la puerta
exige algo.
Mi mamá busca entre las galerías de historias
una que le sirva de distracción
para escapar.
El centauro se aferra a la puerta
pero mamá no desiste
disparando más detalles que van a su corazón.
Se va
mamá tiene una semana más para pagar la renta.
V
Raúl se oscureció
los años deslavaron su rostro de mis recuerdos.
Un anillo perdido en algún cajón olvidado,
lleno de mandiles que aún gritan su sazón,
es fiel evidencia de su sombra.
VI
Raúl antes de morir
nunca fue sombra.
Nunca fue dolor
olvido
silencio.
Antes de morir Raúl era brillo
cordura y voz.
Cuando se oscureció
su cuerpo quedó tirado
a mitad de carretera
Los forenses nunca revisan bien una escena,
mi padre era luz
y su brillo jamás volvió a casa.
VII
Los centauros carecen de corazón
pero una herida en la zona geográfica
donde debería de estar
los espanta.
VIII
Los oscuros restos de Raúl
se descompusieron en huesos blancos,
cuyo brillo artificial nos fue negado
por tres placas de cemento
que cubren el ataúd.
IX
A mi madre se le agotaron los recursos,
las cuentas quedaron vacías
perdiendo la fuerza para luchar.
Nos llevará a otro escondite.
Los abuelos nunca entendieron de dolor.
X
Lo cierto es que Raúl murió,
su figura blanca por la muerte
yace en su segunda tumba.
Esta vez no toca el suelo
quizás por eso lo recordamos
a tantos años
de su muerte,
porque su recuerdo físico
ya está bajo tierra.
Camila brilla.