Por Saúl Pérez Sandoval

Me propongo hacer una breve revisión del artículo «Crisis de la modernidad: un asalto a la razón» de Gabriel Careaga, ya que a pesar de haber sido escrito en 1990 todavía existe vigencia en sus reflexiones realizadas con la crisis en la sociedad actual (siglo XXI); me dispongo a tocar los ejes que me parecieron más importantes e intentar actualizar algunos en la contemporaneidad.

Careaga comienza diciendo que “toda sociedad debe de ser explicada en un contexto histórico en cuanto a su dinámica” (Careaga, p.11). Por lo tanto, cada sociedad tendrá sus propias condiciones y particularidades, no existirán estructuras sociales estáticas debido a que si así fuera, nunca habría existido una diferencia entre sociedades en momentos históricos distintos, lo cual sería realmente imposible. Una vez que nos posiciona en un determinado momento histórico, Careaga nos adentra a su idea de progreso: “El tiempo se mueve en círculo. No hay avance ni retroceso, los hechos pueden suceder en forma repetida” (Careaga, p.11). Por ende, la idea de que siempre existe un progreso queda bastante ambigua en la realidad; el surgimiento de la misma sería insertada con el cristianismo, buscando así otras formas de comprender el pasado y porvenir, “la tradición judeo-cristiana busca comprender el pasado (…) y mostrar en la historia la revelación y la realización de un orden de fines trascendentales a los de la naturaleza y el cosmos” (Careaga, p.11). Existiendo así, y a partir de ese momento, una esperanza para cada persona de la sociedad que siguiese esa idea religiosa.

Careaga nos lleva a otro momento histórico que se destacaría por la teoría del progreso, el siglo XIX con el liberalismo y el marxismo, movimientos que en su momento causaron mucho fervor y esperanza, pero que resultaron estar alejados de la teoría (la revolución socialista término en autoritarismo, violencia, etc.).

La idea de progreso se origina en el siglo XVI, en la emergente cultura del Renacimiento; como explica Villoro (1992), fue un periodo de grandes descubrimientos geográficos, en el cual se comenzó a transformar la naturaleza y a construir un mundo propio para el hombre. De igual forma lo mencionará Nicolás de Cusa[1] “el hombre[2] no es parte del todo, el hombre es un todo. ¿Por qué? Porque tiene en él la potencia de llegar a ser cualquier cosa” (p.24). En resumen, podemos decir que este periodo se caracterizó por el dominio de la naturaleza y de la sociedad desde la acción humana, todo esto a partir del cambio de la figura del mundo.[3]

En el siglo XX, el desarrollo trajo varias conquistas como explica Careaga (1990) “la llegada del hombre a la luna, la revolución tecnológica, esperanza de vida más grande” (p.13), pero no todo fue en beneficio para la humanidad, también se presentó “la contaminación del mar, los ríos y el aire y la enfermedad típica del siglo XX: La neurosis” (p.13). Nos describe la existencia de una patología en la sociedad, caracterizada por la competencia y la acumulación; un siglo con tintes de racismo y anti-intelectualismo que se vio expresado en el nazismo[4] y el fascismo[5], algo que no está alejado de la dictadura de Kim Jong-un en Corea del Norte y de otros tantos países. Aunque, si bien no se dan de la misma manera, todavía permean ideologías muy parecidas en algunas partes del mundo.

Pero, ¿cuál es el lugar del hombre y la mujer ante esto?, pues como argumenta Careaga, después de que se comenzó a perder la fuerza en la capacidad de la inteligencia y el razonamiento, puedo decir que se encuentra en la era del vacío como lo describiría Gilles Lipovetsky[6] en su libro La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Lipovetsky (1983) menciona que “el callejón sin salida de la vanguardia está en el modernismo en una cultura profundamente individualista y radical” (p.83). Por su parte Careaga lo describiría como “un sujeto manipulado, perseguido, acosado por los valores de la sociedad de consumo que no permiten escapar a nadie” (p.13). A partir del surgimiento de una cultura hedonista en Estados Unidos —después de la Segunda Guerra Mundial— y con la gran aceptación por las demás sociedades, el dinero se volvería un escape con la pretensión de darle a la vida un sentido trascendental pero, en realidad es imposible que se resuelvan los problemas con ese fetichismo del dinero, y es por eso que comienza de nuevo el círculo que hace volver a la tragedia.

La vida del hombre contemporáneo es una serie de fracasos y desilusiones (…) de aquí surge su necesidad de consumir y de sentir poder, convertido en un objeto puede mitigar un poco su miedo a las ideas y a su transformación social (Careaga, p.14).

La falta de resolución y el regreso a la tragedia pueden ocasionar problemas en la familia, relaciones, trabajo, que llevan a tratar de olvidarlos con un consumo desenfrenado, sin darse a la tarea de pensar para encontrar la solución, la cual está encarnada desde los sistemas macro hasta los de menor jerarquía.

Vivimos en ciudades sometidos a rutinas y en ocasiones en rivalidades con los demás, protegiendo nuestra integridad al salir de nuestras casas, con problemas alrededor como la violencia, corrupción e inseguridad en muchas zonas, lo cual hace que sea más complicada la práctica del pensamiento, se necesita estar bien desde nuestra localidad. Otro problema vigente es sobre la nueva generación de jóvenes, Careaga menciona:

Los jóvenes son los que muestran más trastornos de personalidad y se sienten hastiados, sumergidos en un constante aburrimiento, yendo de un lugar a otro, sin la menor reflexión. Por eso la gente frecuenta a los estimulantes, los tranquilizantes, las drogas (p.15)

Algo que no está alejado de nuestra contemporaneidad, cada vez se tienen más paliativos momentáneos, se olvida del arduo trabajo —pero beneficioso a la vez— que implica comenzar a pensar todos los problemas de nuestra sociedad, ya que formamos parte de ella y es importante que nos involucremos en la misma. Agregaría en palabras mayores la siguiente cita: “La gente no tiene tiempo de leer, pensar o reflexionar”(p.15), una frase que puede ser justificable para personas que realmente viven al día y no cuentan con el tiempo necesario para leer o hacer actividades que promuevan su pensamiento, pero no lo es para quienes se encuentran sumergidos en el entretenimiento permanente sin saber las consecuencias de esas decisiones para el futuro; sería un lujo que como partícipes de la sociedad no nos podemos dar después de ver todos los problemas que hay en el país. En especial en temas de política, ya que si no existen críticos de ella, los gobernantes pueden hacer lo que desean, por ello se necesitan personas con pensamiento crítico para establecer las bases del consenso y llegar al bien colectivo que favorezca en oportunidades a todos por igual e involucrarnos en las decisiones de la mejor manera.

Por eso es importante remarcar que la única forma de igualdad que no solo es compatible con la libertad es el liberalismo social, lo que significa que cada cual debe gozar de tanta libertad mientras sea compatible con la libertad ajena y pueda hacer todo aquello que no agreda la libertad de los demás (Careaga, p.17).

Careaga nos propone hacer una crítica social a los sistemas políticos y económicos, discutir sobre la democracia, libertad y poder, partiendo desde una filosofía política que nos permita descubrir en dónde nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos para así prepararnos para el futuro. “De que la sociedad tiene necesidad de esas filosofías es un hecho: para reorientar y democratizar no solo su vida pública, sino también su vida privada” (Careaga, p.19).

En la parte final del artículo, Careaga hace mención de la necesidad de esperanza, para ello toma la teoría que desarrolla el antropólogo cultural Ernest Becker, explicando los dos motores fundamentales de la existencia, uno es el Eros, que sería la necesidad de unificar las experiencias, de dar mayor sentido a las cosas; en contraposición a este concepto está la muerte[7]. Entonces cuando el ser humano se descubre como algo finito en la existencia, intenta superar ese miedo a la muerte “dominando la naturaleza y creando sistemas políticos, culturales y sociales que duren eternamente (…) Primero inventó las religiones[8], un Dios a su imagen y semejanza”(p.18), después habla de la invención de la idea de heroísmo, la cual en resumen sería creer que las cosas que hace durarán para toda la vida, volviéndolo eterno, y a partir de esto le da un propósito a su vida.

El producto cultural que más posibilidades da de perdurabilidad sobre la muerte son las religiones. La judeo-cristiana, históricamente, se ha dedicado a resolver este problema de cómo soportar la muerte con la idea de la resurrección o el mito de otra vida en el cielo o paraíso (Careaga, p.18)

Todo esto con el fin de reprimir su pensamiento de finitud y tener la esperanza de poder trascender.

En este pequeño artículo no se pudo abordar toda la visión de Gabriel Careaga, pero se hace la invitación a leerlo con detenimiento y con más detalle, ya que hay temas histórico-sociales bastante relevantes. Como reflexión final, cabe mencionar que la crisis del siglo pasado sigue aún vigente, los problemas no se resuelven con estímulos momentáneos sino con el esfuerzo y el anhelo por mejorar las cosas, comenzando por tener y fomentar un pensamiento crítico entre nuestros congéneres para llevar a debate todas las ideas en donde el colectivo se vea beneficiado y no solo unos cuantos. Cierro con una cita de Careaga mencionando a Scott Fitzgerald: “Uno debería ser capaz de ver las cosas que no tienen remedio, y sin embargo, estar resuelto a cambiarlas” (p.19).

Bibliografía

  • Lipovetsky, G. (1983) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Editorial Anagrama
  • Villoro, L. (1992) El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento. México: Fondo de Cultura Económica.

[1] Fue Teólogo y se le considera el primero de los filósofos renacentistas.

[2] En español, el masculino (hombre) puede usarse para referirse tanto a ellos como a ellas, mientras que el femenino solo se usa para ellas. En ocasiones se usará ese término para hablar de todos los individuos que componen a la sociedad sin diferencias de sexo.

[3] “Una figura del mundo, en la terminología de Villoro, consiste en un conjunto de ideas básicas supuestas en creencias, valores, actitudes, programas de vida, doctrinas” (Beltrán, I. A., p.107).

[4] Ideología del régimen que gobernó en Alemania de 1933 a 1945.

[5] Ideología y movimiento político totalitario que surgió en Europa (1918-1939), estaba en oposición con la democracia liberal y el proyecto del estado socialista.

[6] Filósofo y sociólogo francés.

[7] Ambos términos, Eros y Thanatos, fueron utilizados anteriormente por Sigmund Freud en su obra (1976) Más allá del principio del placer.

[8] Entre las formas más antiguas de religión se encuentra el Animismo, que consiste en atribuirle un alma a todos los seres, objetos y fenómenos de la naturaleza.