Por Iván Guzmán

Siendo el género más antiguo del cine, el documental se ha convertido en una pieza fundamental para el retrato de la realidad. Parte de este género busca plasmar, en un producto audiovisual, las injusticias que llenan al globo terráqueo para así mover a la indignación y con ello a la posterior justicia. 

En ocasiones, el cine documental resulta también un reflejo de su sociedad y los problemas que la aquejan; el documental producido en ambientes violentos resulta más desgarrador que el producido en sociedades prósperas. Este segundo pareciera ocuparse de cuestiones banales quizá motivados por la persecución de una experiencia estética o incluso por la egolatría de contar una historia enunciada desde el “yo”. 

Mientras que el documental gestado en ambientes violentos tiende a la misma violencia en sus imágenes, suele ser un documental difícil de ver y por lo tanto menos apto para las audiencias que recurren al cine como un método de diversión o distracción. De este último es el caso del trabajo de David France, periodista enfocado a temas referentes a la comunidad LGBTQ+, columnista en The New Yorker y documentalista. 

Ha realizado 3 documentales How to survive a plague (2012) con el cual ganó una nominación a los premios Óscar en 2013 y que narra el actuar de Act-Up (AIDS Coalition to Unleash Power) de un grupo de jóvenes activistas contra el sida y su respuesta ante la pasividad y hostilidad de las instituciones gubernamentales frente a la enfermedad. The Death and Life of Marsha P. Johnson (2017) en el cual asistimos a una investigación sobre Marsha P. Johnson, una de las más importantes figuras del activismo trans en USA y su misteriosa muerte declarada por las autoridades como un suicidio. Y por último Welcome to Chechnya (2020).

Pareciera ser un secreto a voces que Rusia es uno de los países más violentos para las personas LGBTQ+, particularmente en Chechenia. Donde si bien, ser homosexual no está contemplado en el código penal, la población, en su mayoría fanáticos islamistas, ha emprendido una cacería de homosexuales. 

Solapados por el gobierno de Ramzán Kadýrov y a su vez por Vladimir Putin quienes de manera extraoficial y violando una cantidad innumerable de DDHH persiguen a personas homosexuales para encarcelarlas, torturarlas, obligarlas a entregar a otras personas homosexuales y finalmente regresarlos a sus familias las cuales se consideran deshonradas por lo sucedido al miembro en cuestión. 

David France enfoca su cámara a la labor de David Isteev y Olga Baranova; ambos activistas dedicados a sacar de Chechenia a personas que han sido víctimas de la “purga gay” y cuyas vidas peligran. 

Los rostros de los implicados se encuentran modificados digitalmente para proteger sus identidades y resulta interesante la manera en que este documental retrata a la vez, y quizá de manera involuntaria, el lado más oscuro de la humanidad que empuña la homofobia como estandarte, pero a la vez el lado más cálido que recae en quienes ayudan a otros a huir y salvarse.

Si bien actualmente el cine con temática LGBTQ+ tiene una amplia aceptación en sus corridas comerciales, muchas de ellas banalizan el tema, como sucede con la reciente El baile de los 41 que más allá de ofrecer una reflexión en torno a lo que implicó ser homosexual en una época recalcitrantemente conservadora, pareciera que escogió el camino fácil del escándalo y la explotación de los clichés y clásicos estereotipos del trasvesti y del homosexual.

David Frances logra un documental perfectamente balanceado entre el retrato de la injusticia y la exposición de la violencia sin caer en lo banal ni en la pornografía de la violencia. Entre los testimonios pasados y los sucesos narrados en tiempo presente de quienes huyen, intercala fragmentos de asesinatos y violaciones a personas homosexuales por el puro hecho de serlo. 

Se hace hincapié en que a pesar de que muestran numerosos casos, no son todos los que ocurren en territorio checheno y quizá el más fuerte de ellos sea el de Maxim Lapunov, víctima de tortura que sin ser habitante de Chechenia fue encarcelado y sobajado, y al ser liberado fue perseguido por las autoridades por temor a que expusiera su caso fuera de Chechenia. 

Tras una innumerable serie de persecuciones y peligros, por fin logra hacer público su testimonio en búsqueda, y es en este momento donde se deshace de su máscara digital y del anonimato frente al mundo para asumirse como un ser humano perseguido por expresar libremente su identidad.

En este mes del orgullo sirva este filme para recordar que a pesar de todos los logros alcanzados por la comunidad LGBTQ+ queda mucho por hacer, pues existen lugares en el mundo donde todavía consideran un crimen el ejercicio de la libre expresión de la identidad. Welcome to Chechnya se encuentra disponible en la plataforma MUBI y es sin duda un documental tan doloroso como necesario.