Por Víctor Alexis Enciso Salinas

El ser humano florece con el arte, con la convicción de plasmar sus expresiones y compartir su subjetividad; el arte es un medio de transmisión de la revelación de su existencia. Es también un intento por organizarse y hacerse uno con los demás creando sistemas complejos, estructuras sociales, movimientos, culturas y sociedades. El arte nace como una simultaneidad, una necesidad y una expresión.

La música entendida como arte revela su búsqueda constante de transmisión de las formas ontológicas, estéticas, subjetivas y filosóficas que los humanos crean y emplean como si fueran puentes conectados unos con otros. La música es  una metáfora del florecimiento humano, la colectividad, el ingenio, la imaginación y el trabajo constante detrás de una historia de composiciones, géneros y estilos musicales.

El florecimiento[1] del arte se constituye a partir de la práctica constante de reinvención, donde el arte es una expresión que transmite ideas y pensamientos, los cuales son interpretados como sentimientos y emociones. Lo subjetivo en el arte es el humano, su inventor, su reproductor y su innovador. El artista florece en tanto su arte vive, es visto y consumido, es decir, siempre que éste se dirige a transmitir, a reflexionar, a buscar la verdad y la crítica. La construcción humana del arte, es entonces, florecer.

El arte en la antropología es una relación del humano y los objetos, es decir, su agencia[2] (Martínez, 2012). Todas las culturas humanas tienen arte, y son las experiencias estéticas las que crean en sus individuos valores y juicios. La diversidad cultural permite a la antropología entender el arte bajo sus propios términos, la misma historia del arte occidental ha creado una linealidad en su comprensión, además de cánones basados en la reducción de la expresión a normas específicas.

Pero, ¿no es la creatividad y la transmisión humana lo que da sentido al arte? ¿La cultura es un mediador entre lo que las personas podrían o no entender como arte? ¿La cultura es el medio por el cual florece del arte? La heterogeneidad antropológica retoma la sensibilidad, la contemplación y los “usos de la obra de arte o modos de recepción en torno a la configuración de una noción de arte y la normalización de la experiencia estética” (Martínez, 201 p. 5).

El uso de la etnografía permite entender los discursos culturales acerca del arte y su función en la sociedad, tomando en cuenta consumo, producción y circulación. La cultura permite que los seres humanos den agencia a los objetos, se identifiquen con las obras y les otorguen una multiplicidad de direcciones y orientaciones.

La música como florecimiento de las sociedades humanas

La música como arte significa creación, expresión y construcción que da sentido al ser humano. Surge del silencio y es una metáfora de la condición de los humanos como seres creativos; comprende lo sublime y lo bello, lo ontológico y lo contemplativo. En este sentido, la música es intrínsecamente un valor ético humano. El sonido humanamente organizado (Blacking, 2015), permite reconocer la música como un rasgo específico de nuestra especie, un acto de organización y de construcción que posibilita la valoración estética de las culturas humanas a través del sonido y lo que se hace con él.

Hay tanta música en el mundo que es razonable pensar que la música, como el lenguaje y posiblemente la religión, es un rasgo específico de nuestra especie (Blacking, 2015, p. 39).

Por otro lado, la composición, la interpretación y ejecución musical es, en un principio, organización y percepción del sonido. Escalas y notas son sistemas de credos para que la humanidad se redima ante la creación musical en una catarsis y en procesos que conlleven a la efervescencia, al éxtasis colectivo y al florecimiento de ideologías, estilos, géneros y movimientos. La música es expresión, significado e historia de las experiencias humanas, una estilización concreta de la cultura que está íntimamente ligada a la vida social.

También representa procesos culturales que se manifiestan en experiencias sociales de los cuerpos, es decir, en la corporeidad de la cultura; un ejemplo es la danza generada por ritmo, armonías e instrumentos que movilizan conciencias. Por otra parte, también están las letras poéticas que transmiten mensajes fundados en sistemas de valores y creencias colectivas. El florecimiento musical lleva a los seres humanos a crear e innovar ritmos, géneros, instrumentos, poesía y la subjetividad impresa en estas formas humanas de comunicación.

La música dentro de la cultura, de manera que la música dejaba de ser un ámbito para convertirse en el entorno dentro del cual se puede entender toda una sociedad (Coplan, 2003, p. 6).

Un ejemplo del florecimiento humano a través de la música

La música es entendida según quién la escuche; sin embargo, de vez en cuando es necesario acercarse a la interpretación del compositor, aunque ésta no exista explícitamente. “Primavera” de Piazzolla es el inicio de la obra Estaciones porteñas (1921-1992), pretendo pensar que se llama así porque representa un nuevo comienzo, un acontecimiento cosmológico que aterriza en la subjetividad del artista. La primavera es el comienzo, el renacer de las hojas y las flores, el despertar de animales hibernando, jovialidad, juventud, fuerza y energía.

Si escuchamos la obra entenderemos el movimiento siempre andante, regocijante, impregnado de emoción, intensidad y dinamismo, como si nos contara una historia; Piazzolla en su intención temática demuestra la jovialidad, la ligereza, pero también un romanticismo ligado al cambio, la exaltación y la melancolía. Un cantar largo dramático y estruendoso que requiere metáforas para interpretarlo.

Propongo que el florecer en la música de Piazzola se vea como un ejercicio imaginativo e interpretativo, considerando que la música es amoral, no contiene prejuicios y es libre de ser interpretada como uno quiera. En este caso, es el florecimiento humano el que paradójicamente nos lleva a la creación y reflexión de nuestro arte.

Bibliografía.

Blacking, J. (2015). ¿Hay música en el hombre? Alianza.

Coplan, David (2003) “Músicas”, http://unesco.org/issj/risc154/coplanspa.html

Lorenzo, D. (2014). El concepto de ‘Florecimiento’: una antropología desde el pensamiento de A, MAncintyre. Revista de Filosofía, 5 (9), 1-15.

Martínez, S. (2012). La antropología, el arte y la vida de las cosas. Una aproximación desde Art and Agency de Alfred Gell. Revista de Antropología Iberoamericana, 7, 171-19.

[1] El florecimiento entendido como el fin último de los humanos, el bien y la felicidad de un ser libre, crítico y con virtudes; el florecimiento como virtud y las acciones como un camino hacia él (Lorenzo, 2014).

[2] Alfred Gell en su concepto de “agencia del objeto” habla sobre las respuestas emocionales que generan ideas, y una variedad de acciones y procesos sociales, y de la experiencia estética en relación con las prácticas de las culturas (Martínez, 2012).