Por Roberto Carlos Ruiz Mar

Durante las décadas de 1960 y 1970 ocurrió una transformación social a escala internacional y a nivel estructural, encabezada por la juventud de aquella época cuyo común denominador era exigir mayor libertad en distintos ámbitos: en la sexualidad, en el género, en la toma de decisiones (democratización), en la expresión, en las artes, en el uso de las drogas, entre otros temas. El himno que hermanó a esta generación en números sin precedentes fue el rock & roll, en sus letras se plasmaron las ideas de amor, paz y libertad.

En México esa unión se materializó en el festival de Avándaro de 1971, y debe reconocerse que hubo un antes y un después, pues fue el primero y el último durante muchos años. A pesar de que reunió a más de doscientos mil asistentes de todas las edades y de todos los estratos económicos dejando claro que en México había gran apoyo al género, tras el evento se desató una enorme censura y represión. Debemos recordar que las cicatrices de la Noche de Tlatelolco y del Halconazo seguían muy frescas, por lo que el régimen, tras ver la gran convocatoria reunida en Avándaro, interpretó el rock como otra forma de organización que debía silenciar para que todo aquello relacionado con la juventud no tuviera cabida. El rock dejó de sonar en las estaciones de radio, las bandas a pesar de ser muy virtuosas y de que actualmente se les pueda considerar como parte de la época de oro del rock mexicano, vieron cerrar las puertas de las disqueras frente a ellos, lo que condujo a que muchas desaparecieran, cambiaran de género o se mantuvieran en la clandestinidad.

Aunque la ‘Onda Chicana’ no tiene sus orígenes en la Ciudad de México, este punto en el mapa es de suma importancia pues es aquí donde se monopolizan las actividades económicas, políticas y culturales más importantes del país. Asimismo, representa un foco de irradiación hacia el interior de la República, por ello cuando el rock llegó, nada lo pudo detener. En 1971, el rock mexicano vivía un gran momento, las disqueras y la radio difundían este género y por todos los estados del país surgían bandas verdaderamente virtuosas que llegaron a tener reconocimiento y prestigio nacional e internacional.

La importancia del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro también conocido como ‘el Woodstock mexicano’, celebrado el 11 y 12 de septiembre de 1971, radica en que fue el primer concierto de rock masivo en el país y hasta ese momento, y durante muchos años, fue el más grande realizado en el territorio nacional; además, la tensión política y social que experimentaba México en aquellos tiempos, lo hicieron destacar junto con las expresiones juveniles reprimidas y censuradas.

Los medios de comunicación

Al día siguiente al festival, el domingo 12 de septiembre de 1971, fue publicada en El Universal una crónica sobre lo ocurrido, con el encabezado: “Una Fiesta de Amor, Música y… Drogas”. En ella se narran los hechos del sábado 11 de septiembre, resaltando en gran medida, y al mismo tiempo juzgando, el uso de drogas (particularmente marihuana); se menciona la larga peregrinación de los asistentes, la convivencia entre distintas clases sociales, la presencia de la Policía Judicial del Estado, de elementos del ejército, de miembros de la Policía Federal y de la Dirección Federal de Seguridad, y agentes de la Policía de Tránsito. Finalmente, habla de la escasez de alimentos y la gran hermandad con la que los ‘hippies’ compartieron lo que tenían con sus ‘hermanos’ (Mendoza, 1971, 12 de septiembre: 11).

“Una Fiesta de Amor, Música y… Drogas”, tomado de la Hemeroteca Nacional (Mendoza, 1971, 12 de septiembre: 11)

La liberación sexual fue una de las razones por las que se satanizó el festival utilizando la imagen de ‘la encuerada de Avándaro’ para mostrarle a la sociedad lo mal que estaban las y los jóvenes con gusto por el rock & roll; sumado a ello, estaba el hecho de que los medios de comunicación al servicio del gobierno se dedicaron a ligar esta música con el consumo de drogas y eso motivó la censura hacia todo lo que tuviera relación con el rock en el país.

Entre los seguidores de este género en México, existe la frase ‘el rock no tiene la culpa’, y tiene razón, pues el régimen solamente buscaba un pretexto para terminar de censurar a la juventud que se había levantado en su contra y en el rock encontró el vehículo para conseguirlo. Es lamentable que esta censura se haya producido porque los mexicanos estaban generando música de la misma calidad que otros músicos internacionales, y callarlos generó que el mundo no los mirara; particularmente, estos actos autoritarios y fascistas del Estado mexicano al censurar el arte y las libertades son visibles incluso en nuestros días, 50 años más tarde, lo cual es muy preocupante.

En mi opinión, el mayor culpable en todo esto es el régimen priísta y su política que pretendió limitar las libertades de una generación que a gritos las pedía. Avándaro fue un fenómeno que tarde o temprano ocurriría, pues no solo era el rock, era el momento histórico del país y del mundo.

Referencias Bibliográficas:

  • Mendoza, X. (1971, 12 de septiembre). Una Fiesta de Amor, Música y… Drogas. El Universal, 11 (primera sección).