Por Jorge Rolando Acevedo
Desde la ventana de un casucho viejo,
abierta en verano, cerrada en invierno.
Miguel Ramos Carrión
¡Una sombra profunda y alargada!
Una calle, un sendero, un porqué.
A través de la ventana
una tristeza vaga sin importancia.
En el vidrio: una reja, un ruego;
en los ojos, el alma; en el árbol, la soledad.
¡Perder la memoria, mutilar el recuerdo!
(Angustia pasional de no arder como el fuego).
Un pájaro reposa en la rama más lejana:
una palabra peregrina,
otra palabra tempestad.
Cada domingo, una melancolía.
Cada sábado, una nostalgia.
Cada minuto, un exilio.