Ensayo antropológico: el imaginario amoroso en el consumo de productos y rituales mágico-religiosos

Por Jaqueline Romero Jiménez

En trabajos anteriores me he adentrado en temas relacionados con los imaginarios del miedo en el pasillo 8 del Mercado de Sonora en la Ciudad de México, sobre todo con lo que tiene que ver con el consumo de productos y servicios rituales mágico-religiosos. De los datos obtenidos en mi estancia en campo pude comprender qué miedos son parte del imaginario social, tales como la falta de amor, dinero, protección y salud.

De estas cuatro formas de imaginarios, el más recurrente es la falta de amor; identifiqué que la asistencia del sexo femenino es mayor en lo relacionado al imaginario amoroso y se observa que éste se vincula con la necesidad de la obtención del ser amado, para conservarlo o retenerlo, hacerlo regresar, prevenir el engaño e infidelidad, dominarlo, adivinar las perspectivas de las personas para saber cómo actuar, adivinar sobre el mal de amores, e incluso eliminar personas que estén arruinando su relación.

De los datos obtenidos en mi estancia en campo en el periodo 2019-2020 pude dar cuenta de que para estos malestares amorosos se ofertan servicios rituales como amarres, lectura de cartas y entierros, así como una constelación de productos esotéricos (amuletos, jabones, fragancias, aceites, aerosoles, líquidos, polvos, veladoras) con imágenes y títulos subjetivos entre los que se destacan: “Amarre total”, “Ven a mí”, “Esencia atractiva”, “Vencedora”, “Quita calzón”, “Velo de novia”, “Atrapa hombre”, “Esposo cumplidor”, “Feromonas”, «Más podrás”, “Yo domino a mi hombre”, “Amansa guapo”, “Llama amor verdadero”, “Chuparrosa”, o “Chupamirto”.

También ofertan el uso de santos como la “Santa Muerte” y “San Antonio” (encargados de recuperar el amor), e incluso yerbas que se cree tienen fluidos especiales como la “Adormidera” (utilizada para rituales de amor) o “Abre caminos, amor y éxito”.

En estos pasillos se podrán encontrar especialistas que se asumen como brujos o santeros, quienes dicen ser curanderos, además de un sector pequeño que se asume como magos, e independientemente de sus tradiciones culturales, todos presumen ser videntes que se dedican a practicar sus artes adivinatorias.

Estos comerciantes incitan a las posibles consumidoras que caminan por el pasillo a preguntar y acercarse con una serie de juegos de miradas misteriosas como si lograran adivinar qué están buscando. El hecho de estar en uno de los mercados más importantes en torno a esta oferta cultural les proporcionan a muchos un gusto por la actuación y exaltación de sus poderes mágicos y de herbolaria, con el objeto de expresar saber a un nivel simbólico y mercantil con el que prometen dar explicación y solución a las incertidumbres amorosas recurrentes de las consumidoras y para las cuales se surten diversos productos y servicios alternativos que demandan sus necesidades.

En este sentido, la magia es importante para poder entender el poder de los comerciantes mágico-religiosos al ejercer un beneficio o un daño simpatéticamente (Frazer, 1979, p. 43), a partir de sus técnicas imitativas, las cuales se compone de preceptos positivos y negativos, los primeros serán los encantamientos y los segundos serán los tabúes, “haz esto para que acontezca esto otro” (producir el acontecimiento que se desea), o bien, “no hagas esto para que no suceda esto otro” (evitar el suceso que se teme), en conexión con la manipulación de objetos religiosos que generan la creencia en estas prácticas rituales, lo cual impacta en el imaginario social de las consumidoras, quienes comparten su experiencia con otros e incluso la recomiendan.

Es importante mencionar que, en el contexto de consumo cultural actual de estas prácticas mágico-religiosas, el ritual toma sentido desde la tradición religiosa y cosmovisión del grupo que lo realiza, caracterizándose por los procesos de resignificación y sincretismo que las condiciones históricas le determinan y que perviven dentro del pasillo 8 del Mercado de Sonora, pero con otros fines.

Hoy en día los productos y servicios rituales mágicos-religiosos son efectivos y funcionales, pues explican la causa de los males y desventuras de las consumidoras, y al mismo tiempo prometen soluciones rápidas, fáciles y que parecen muy atractivas en una sociedad que se rige por la rapidez.

Es mediante la eficacia simbólica[1] de estos productos y servicios rituales, que las consumidoras adquieren símbolos de seguridad para continuar con sus vidas amorosas, ante la incertidumbre de la rutina moderna en la cual predomina la desvinculación social, el individualismo, las relaciones sociales efímeras, el consumo de la inmediatez y la búsqueda incesante de símbolos atractivos como mecanismo de inserción socio-amorosa, aunado a la tensiones económicas y la rutina diaria de las obligaciones laborales e incluso de los medios de comunicación que tienden a producir y construir representaciones mentales sobre las relaciones amorosas que habitan en la mente de las consumidoras.

Retomando las evidencias de trabajo de campo, en el acercamiento con los relatos de las consumidoras identifiqué que una de las causas que las incita a acercarse al pasillo 8 es la desconfianza y la percepción de desamor de su pareja, la cual se construye a partir de la incertidumbre sobre sus comportamientos, de la poca o nula muestra de afecto, de la carencia de fidelidad, pues el mayor temor de las consumidoras es el engaño. De manera paralela, se identificó que el consumo se vincula con la atracción física y sexual de una pareja, pues en gran medida las consumidoras le temen a la soledad.

También es evidente que, en la actual época, las parejas aparecen como objetos de consumo emocional de los cuales se espera un beneficio, ya sea que proporcione alegría, satisfacción sexual, beneficios económicos o protección, pues en la pareja es donde nos reconocemos como seres humanos amados.

Finalmente, estas soluciones hoy en día son muy atractivas y satisfacen las necesidades de los clientes, pues son una posible alternativa de solución a sus problemas, ya que por medio del poder simbólico que poseen los productos y los actos de imitación en los servicios rituales, como unir corazones rojos con miel y la foto de los amantes, dañar muñecos con alfileres, enterrar objetos que pertenecieron al amado, se intenta liberar en muchos casos los sentimientos de conflicto emocional, como lo es el engaño y la soledad, aunque esto no les permite huir del todo de sus sentimientos de frustración amorosa, pues el temor a una desilusión o los sentimientos de culpa y vacío fueron identificados en muchos consumidoras.

Referencias:

Frazer, J. G. (1979). La rama dorada. Fondo de cultura económica.

Bourdieu, Pierre (2009). La eficacia simbolica. Religion y Politica. Biblos.

[1] Pierre Bourdieu en su texto La eficacia simbólica. Religión y política, afirma que la eficacia simbólica es producto de “el poder simbólico que les confiere el hecho de creer en su propio poder simbólico”. Así, a través de estas estructuras cognitivas se construye un mundo social, por eso el poder simbólico sólo se ejerce con la colaboración de quienes contribuyen a establecerlo como tal y otorgarle valor simbólico.