Por José Dante Daniel Gómez Cuautle
Seguro recuerdas que alguna vez sentiste mariposas en el estómago o palpitar tu corazón por alguien cuando estabas enamorado; recuerdas un momento en que nada importaba más que estar mirando a la otra persona, y darte cuenta de que sonreías tontamente, pero ¿recuerdas también cuando te dijeron “No eres tú soy yo”? ¿Recuerdas cuando te enteraste de que a tu pareja le gustaba otra persona?
El enamoramiento y el desamor podríamos considerarlos como las dos caras de una misma moneda. El enamoramiento nos proporciona niveles altos de dopamina y oxitocina en el cerebro y nos hace sentir apego y placer. El desamor hace que extrañes ese apego y que sientas ansiedad y malestar.
Por allá del 2018 conocí a alguien que, desde mi punto de vista, era todo aquello que siempre quise en una pareja; compartimos unas salidas, algunas caminatas, algún café esporádico, una comida en casa, unas idas al cine y me sentí flechado completamente. Es muy probable que en este punto mi cerebro estuviera secretando dopamina, ya que me sentía feliz, con una necesidad de hacer tantas cosas con ella y pasar mucho tiempo juntos; buscaba siempre pretexto pasa invitarla a salir.
La dopamina es un neurotransmisor que se secreta también con los juegos de azar y las drogas; al ser un sistema de recompensa sentimos la necesidad de estar con la persona de la que estamos enamorados, y nos hace sentir mal estar alejados. Una característica importante del amor romántico es el pensamiento obsesivo hacia la otra persona, por lo cual no es raro que los amantes pasen gran cantidad de tiempo pensando en estar juntos.
Había días en que esperando a que llegara sentía que se me paraba el corazón, aunque a la vez latía muy fuerte; cuando tomaba a esa persona de la mano y sudaba, sentía una sensación de escalofríos, pues bueno esto se debía a la cantidad de adrenalina que producía mi cuerpo al verla o simplemente al esperar por verla. La adrenalina al ser una hormona y también un neurotransmisor hace que entremos en una montaña rusa de emociones; se libera en la medula suprarrenal y actúa sobre todo el cuerpo aumentando la frecuencia cardiaca, dilatando las vías aéreas y contrayendo los vasos sanguíneos. Esto a la vez produce que pensemos con menos claridad, e inclusive puede llegar a desactivar las sensaciones de hambre y de sueño. De aquí el famoso “me quitas el sueño”.
Conforme fue avanzando la relación, se fueron reforzando los sentimientos y las cosas se volvieron más serias. Establecimos acuerdos en la relación; la oxitocina y la serotonina fomentaban y potenciaban la sensación de felicidad, y al igual que con una droga, mi cerebro se fue habituando a estas moléculas hasta tender a buscar dosis mayores mediante muestras de amor cada vez más grandes, o en el caso de algunas personas con la búsqueda de nuevos amantes.
Por lo tanto, la serotonina está asociada con el sentimiento del amor romántico, sin embargo, la ausencia de esta molécula puede ser un problema, ya que sabemos que concentraciones disminuidas están implicadas en distintas patologías psiquiátricas como el Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Pasar del enamoramiento a amar a alguien va más allá de un sentimiento; no es sólo un instinto básico, sino que es todo un proceso cognitivo sofisticado e intelectual que puede implicar un impulso sexual, sentimientos de apego que se manifiestan con la necesidad de lograr una conexión emocional más allá de una relación sexual, pero ¿qué sucede cuando todo acaba? Cuando las relaciones amorosas acaban, en el cerebro se activan las áreas de dolor, inclusive aquellas asociadas al dolor físico.
Fue en 2020, en plena pandemia, cuando me separe de mi ahora exnovia. Antes de romper, la relación se volvió algo serio, teníamos planes de vivir juntos, de viajar, de hacer una vida juntos, pero al final nuestras expectativas no se cumplieron y comenzamos a alejarnos. Las rupturas y despedidas suelen ser dolorosas, así que en esos momentos los niveles de las moléculas que me hacían sentir feliz y enamorado cayeron en picada hasta un punto donde sentía frustración, angustia y tristeza. El cerebro necesita un periodo de recuperación en el que se puedan estabilizar los niveles normales de hormonas y neurotransmisores, lo cual se vuelve complejo si hay contacto con la expareja; ver fotos o escribirse puede reactivar la liberación de neurotransmisores.
Es normal sentirse solo, física o emocionalmente, y frustrado después del termino de una relación, puede ser en parte por la generación de cortisol, se puede sufrir de insomnio, e inclusive se puede afectar la capacidad cognitiva y la respuesta del sistema inmunológico.
Al final, uno siempre puede salir adelante, química, biológica y socialmente. La mayoría de estos procesos mentales y emocionales ocurren inconscientemente, los síntomas que las personas experimentan, como si fuese una enfermedad, obedecen a que el cerebro se pone en estado de alerta porque se siente amenazado, pero es cuestión de cada persona educarse y deconstruir el amor romántico para tratar de evitar la obsesión cuando uno se enamora, y con ello el excesivo dolor cuando llega la separación.