Por Yessika María Rengifo Castillo

Los ríos de sangre recorren el azul
que las venas le han robado al profundo cielo.
El corazón es el rojo carmesí
de las tardes que el sol acaricia la luna
en juegos de amor.

El color de los ojos seduce al negro de las noches
o quizás al verde de las esmeraldas
que en ocasiones besan al marrón
de las primaveras de abril.

Las manos son el himno de la seda
que viajan en caricias
del dulce de la miel.

Los cabellos son eco de los vientos
en las estaciones de otoño
que traen los sueños. 

La danza del cuerpo
canto de las estrellas
que entonan la vida
en el pasado y el presente
de las rosas.