Por Iván Guzmán
“You construct intricate rituals
which allow you to touch
the skin of other men”
Barbara Kruger
La oscuridad latente es interrumpida por imágenes que al ser proyectadas en una manta blanca chocan para llevar a nuestros ojos toda clase de historias, sensaciones y emociones que provocan una comunión sin igual. El cine mismo conlleva una especie de rito según quien lo viva.
La idea del rito ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su existencia, en distintos niveles, su valor simbólico le otorga la sensación de que la transición es esencial en su ciclo de vida. El rito permite al ser humano conectar con algo más, ya sea una necesidad religiosa, comunal o personal, impera alrededor del rito un carácter místico.
Esta selección de películas es un vistazo de cómo los rituales místicos pueden ser retratados en el cine en distintos niveles, y donde la importancia de comunión se puede ver en lo personal, lo comunal y lo social.
El rito como unificación personal se deja ver en el remake de la reconocida cinta de Dario Argento, Suspiria estrenada en 2018 con la visión de Luca Guadagnino. Ésta se aleja de su predecesora, apartándose de las coloraciones violentas para, desde un tono gris, abordar el terror.
Si bien la historia principal sigue a un culto de brujas en búsqueda de su nueva matriarca, el viaje de Susie, interpretada por Dakota Johnson, no parece buscar el mismo fin que las fuerzas malignas.
Su camino hacia la danza es un camino para ser una consigo misma. Sus constantes bailes se convierten en un ritual que le confiere un ser completo. Sus intrincadas coreografías de danza moderna y la música onírica le dan poder a sus movimientos, a tal grado de provocar dolor.
Su rito no se completa hasta el final cuando su verdadera identidad, Madre Suspiriorum se desvela y la vemos explorar las limitaciones de su cuerpo y la evolución de sus distorsiones en un perfecto cuadro dancístico.
La colectividad da al ser humano un cobijo que necesita para sobrevivir, pero en ocasiones esa necesidad se ve forzada a la máxima crueldad. La búsqueda de aceptación es un punto clave en Midsommar del 2019 dirigida por Ari Aster.
Narra la historia de una comunidad en Suecia y el encuentro que vive con unos fuereños, donde el ritual que se muestra en su máxima exteriorización con una algarabía colorida esconde el sacrificio más hostil. El ritual se vive a lo largo de toda la cinta, distintos ritos componen el rompecabezas etnográfico de una sociedad apartada en la que el solsticio de verano es exaltado a lo grande.
La aceptación del dolor es la máxima de la historia, así como la cura de la maldad que recae en los extranjeros. Dani, la protagonista interpretada por Florence Pugh, admite abandonarse al frenesí grotesco con la promesa de olvidar su pasado y vivir en una comunidad que abraza su dolor aunque ésta tenga tintes sectarios.
¿Cómo vivir la eternidad? ¿Es posible evitar el tedio de años de certezas? Esto viven los personajes de Only Lovers Left Alive estrenada en 2013 y dirigida por Jim Jarmusch. La cinta enfrenta las visiones de una pareja de vampiros sobre el devenir del mundo, aderezando sus conversaciones con un soundtrack magistral
Los personajes de Tom Hiddleston (Adam) y Tilda Swinton (Eve) pueden romper con la tragedia del ser humano de que nunca le alcanzará el tiempo, ellos tienen todo el tiempo, sin embargo esos años a cuestas los han llevado al hastío del vivir. Su único placer es su rito más primordial, el beber sangre humana.
El trance que implica el beber la sangre es alucinante, sobrelleva toda clase de pasos y atmósfera idónea, sin embargo nuestros vampiros conocen algo más, quizás no tan satisfactorio pero sí simbólico, que los lleva a conectar con todo el mundo, el placer que la música, la literatura y el arte les otorga.
Cada una de las cintas anteriores ejemplifica el rito en distintas etapas o niveles, desde lo personal, lo comunitario y posiblemente lo social, y dejan testimonio de que en casi todas las motivaciones del ser humano está presente su necesidad de volver a lo ritual.