Por Ana María Ángel
Vishkanya et Yolotzin
El Cantar de los Cantares es un libro bíblico, es decir, revelado. Es un libro especial y controversial, por ejemplo, no menciona la palabra Dios y hace referencia a un diálogo entre dos personas que se aman, alegóricamente es la expresión de la relación del alma con Dios. Lo que intentamos hacer es una narrativa similar al de este libro, un diálogo entre dos personas que se aman dentro de un …
El coro:
Se conocieron dentro de un espacio sagrado, cada uno con su historia, con su vida y proyectos personales. Una vez que se dio el paso, el beso… en medio de todo, todo desapareció, se irrumpieron el tiempo y el espacio, salieron de las categorías terrenas para entrar en las celestes, a una realidad eterna que los marcó para siempre, que se manifiesta en lo continuo. Así pues, en medio de esa realidad y de ese plano, se encontraron.
La amada: Era tarde y solamente una vez
solo una amorosamente vez
me envolvió en sus brazos
En medio de la nada y de todos
nació aquella intimidad
bajo la cúpula dorada.
Sus ojos y su mirada son claros,
y de mi voz melancólica se escapaba
una melodía tan humana y tan sagrada.
Un canto sin música
y aquello que permaneció oculto
y que acongojaba mi dormir,
estaba por fin saliendo a la luz.
Sólo una vez mi alma
salió del fondo tenebroso,
confesaba así mi dolor
y se dejó tocar por su amor.
Amor divino, amor sagrado,
amor que perdona, amor que abraza.
La amada: Mujer graciosa y de gran belleza,
adormilada y en ocasiones indolente.
Mi ser se expande para cubrir y abrazar,
se empequeñece en la humildad,
ríe, se carcajea y llora.
Mirada profunda que encanta,
labios carnosos que susurran secretos
cuerpo prohibido que seduce
y aniquila los sentidos del perdido.
El amado: Mi amada reluce, su piel, donde sea se ve,
es delicada como las flores
que ama, conoce y cataloga
cuando descubre sus misterios.
Ella es como la pantera,
pues a todos agrada,
con su amistad y esfuerzo,
se preocupa de todos y está atenta a todo.
Ella es como un búho,
que en la oscuridad puede ver
y se deja ver,
guía y siempre se escucha en el vacío.
La amada: Soy como una diosa,
que en su cuerpo reproduce lo sagrado,
que en él siente todo el placer
y comunica lo sagrado,
Tan sagrada que no ignora el infierno,
que se reserva de la muerte y la depravación.
Una diosa que guarda en su lecho
el corazón de su amado.
Mi amado me ha visto donde el resto no ve
Mi amado ha besado mi alma condenada
Mi amado toma de mi ambrosía
También él está condenado.
El amado: Ella camina hacia mí,
viene a buscarme,
sale a mi encuentro.
A lo lejos percibo su amor y su deseo,
ella quiere estar conmigo
y que nos unamos en uno.
Ella viene a buscarme,
y me ha preparado de cenar,
me ha ofrecido un té
y con él su ser.
Ella ha venido por mí
y me ha embriagado de su amor,
de su pasión,
de su vida y de su ser.
Ella viene por mí,
yo voy por ella
y salimos al encuentro.
La amada: Escuché su pecho
que entre suspiros y deseos
me hace perder la cordura,
me hace sentir única.
Adoro sentir sus cuerpos,
Todos, arriba y abajo
Visible e invisible,
pido que no huya de mi lado,
de mis abrazos y mis besos.
Su corazón ilumina como un cristal,
sus abrazos transmiten
la pureza de su amor,
y de su terror.
Si el infierno existiera
y la condena traspasara sus límites,
seguro vendrían por sus almas,
almas que al saberse amadas,
tocadas por el mismo amor,
no se perderían, no se dejarían corromper.
Condenadas, sí,
a lo sublime, a la vida,
no a la muerte,
sino a la eternidad.