Por Ronnie Camacho Barrón

En mi vida he tenido tres pasiones: la escritura, la mitología y la historia, fue en esta última afición en donde encontré un tema muy interesante, el Batallón Sagrado de Tebas, una unidad élite perteneciente al ejército de Tebas que se diferenciaba del resto por un motivo muy particular, sus filas estaban conformadas por 300 hombres que a su vez se dividían en 150 parejas sentimentales.  Así es, un ejército de guerreros homosexuales.

El origen de esta épica legión se remonta a los años posteriores a la guerra del Peloponeso, tiempos cruentos en los que en pos de preservar su soberanía ante los intentos de invasión Esparta y Atenas, la ciudad de Tebas decidió crear una unidad capaz de defender su hogar del enemigo.

En un principio el ejército se creó a base de jóvenes patriotas que respondieron al llamado de sus gobernantes, posteriormente fueron puestos en duplas con guerreros de más experiencia en el campo de batalla a quienes que se les llamaba conductores” y los soldados más jóvenes pasaron a ser conocidos como  “compañeros”.

El propósito de esto era simple, el veterano adiestraría a su compañero ganándose su admiración y a su vez, con el pasar del tiempo y debido a su cercanía, su pupilo terminaría convirtiéndose en el objeto de su protección.

Esto generaba en ellos una complicidad amorosa cimentada por el sentimiento de dar lo mejor de sí no sólo para defender a su patria, sino también para demostrarse como hombres dignos frente al otro, sentimiento expresado por el historiador Plutarco en la siguiente frase,

Para varones de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros (Plutarco, 2017).

La primera victoria que estos feroces soldados otorgaron a Tebas fue sobre los temibles espartanos, aquellos guerreros bien conocidos por su desempeño en el campo de batalla y su deseo de conquista, quienes a pesar de superar en número a las fuerzas del batallón, nada pudieron hacer contra ellos, la magnitud de su derrota fue tan grande que incluso se dice que fue el detonante de la decadencia de la cultura Espartana.

Tras su inesperada victoria, les siguieron 33 años de constantes luchas en las que el Batallón demostró su valía y eficacia, siendo nombrados guardias personales del rey de Tebas y reconocidos como leales combatientes; lamentablemente nada dura para siempre.

Cuando Alejandro Magno y su padre Filipo segundo, rey de Macedonia, se dispusieron a eliminar las ciudades-estados como lo era Tebas, una vez más los miembros del Batallón salieron en su defensa. Pero esta batalla fue distinta a las demás, en un punto el rey Filipo fue capturado en Tebas y durante su cautiverio aprendió sus tácticas militares, las cuales usó en su contra cuando fue libre.

Junto a su hijo y el resto de su ejército, el rey de Macedonia arrasó con las fuerzas de Tebas, muchos de los hombres huyeron durante el cruento combate pero no los miembros del batallón sagrado, ellos continuaron luchando hasta el final, ya no por su reino, sino por la persona que amaban.

Al final de la guerra los cuerpos se acumulaban en pilas de cientos y aunque en esa época, algunos filósofos condenaban la homosexualidad como algo decadente, el propio rey Filipo cuando descubrió la identidad de sus oponentes vencidos reconoció su valor y la fuerza de su amor diciendo esta frase inmortal: «Muera el hombre que sospeche que estos hombres hicieron algo inapropiadamente« (Plutarco, 2017).

Está historia demuestra que sin importar a quien se ame, aquello que alimenta el corazón de las personas aun en el campo de batalla no es el odio por el enemigo, sino el amor y deseo de proteger a las personas que más nos importan.

Referencias:

Plutarco. (2017). Pelópidas y Marcelo. En Vidas Paralelas. Textos.info. https://www.textos.info/plutarco/vidas-paralelas/pdf