Por Humberto Romano

Nuestro objetivo es conocer el pensamiento platónico acerca del amor a través de sus escritos, así como los comentarios de otros autores para comprender y asimilar este tema filosófico en lo teórico y práctico de nuestra existencia.

Desde antiguo, las concepciones acerca del amor se orientan hacia lo metafísico; como hipótesis, pienso que entre más experimentemos el amor como la verdad misma que viene del ser supremo y la compartamos con los demás, seremos más virtuosos porque el amor, desde una concepción metafísica, es una expresión de las propiedades del ser.

En una de sus obras, titulada El banquete, Platón afirma: “Para mí el amor es la verdad”. Concordando con una de la característica de los trascendentales del ser, por ello si partimos de esta breve definición encontraremos mucha coherencia con lo que realmente necesita el mundo de hoy.

Para explicar la concepción acerca del amor me apoyaré en algunos autores que, retomando a Platón, hacen sus propios juicios basados en sus 3 ponencias máximas: Lysis o de la amistad, Simposio (banquete o de la erótica) y Fedro o del amor, las cuales, junto con los comentarios de otros autores, pretendo enlazar para que se obtengan herramientas para experimentar el amor desde el plano humano y divino.

Generalidades sobre el amor platónico: concepto de amor

Hoy en día se reduce este término a una simple cursilería o sentimentalismo por la época postmoderna, pero los antiguos griegos no lo veían así; sus avances y descubrimientos en los campos de las matemáticas, la lógica, la ética y la estética entre otros aportes, ejercen una fuerza muy grande en la cultura occidental y me atrevo a decir que a nivel mundial. En ese tiempo los griegos eran paganos y su visión del alma no era religiosa ni guardaba relación con fantasmas o espíritus.

La palabra ‘amor’ viene del latín amor-oris: sin muerte, que significa inclinación, afecto o corresponsabilidad hacia alguien.[1] Platón y otros creían que el amor residía en el alma y que el alma (y por lo tanto el amor) se dividía en tres partes o dimensiones. Esas dimensiones corresponden al vientre, la mente y el corazón, por lo que denominaron a las tres clases de amor: eros, philía y ágape.

Ahora, después de entender un poco la concepción que se tenía de este término, presento una definición del concepto de amor desde el punto de vista filosófico:

El amor se puede definir como la fuerza que une y armoniza a dos o más individuos. Su base ontológica es la unidad que de hecho se da entre todos los entes del universo. Cuando se conocen elementos afines en el plano superficial del interlocutor, el amor que resulta es superficial: Cuando se conocen elementos afines en la profundidad de la otra persona, el amor que surge es un amor profundo y desinteresado. La calidad del amor depende, pues, de la calidad del conocimiento que una persona puede realizar. [2]

EL EROS

Se refiere a la palabra erótico, que hoy en día se entiende como todo lo referente al placer sexual desordenado o lujurioso, cuando realmente en la visión griega se refería a toda inclinación hacia cualquier apetito físico humano como lo es el comer y el beber (pertenecían al ámbito del vientre), al igual que el apetito sexual. Pero en la actualidad al referirnos al amor erótico pensamos en amor sexual, pero aquí no está el problema, sino que se presenta como una connotación de un magnetismo animal.[3]

EL PHILÍA

El amor filial es una atracción intelectual hacia algo o alguien, que se transforma en una forma de amor, por ello philía significa amar a las personas, las cosas o las ideas de manera no sexual, por ejemplo, la buena relación entre un maestro y su alumno, atracción hacia un amigo, libros, un paisaje, un tema, un trabajo o una vocación, pero la expresión más poderosa del philía es la amistad.[4]

EL AGÁPE

Es la forma más elevada del amor y el que más escasea, es un amor que no pide nada a cambio, y las personas que actúan con el ágape lo hacen por motivos que van más allá de lo personal; éste sólo mana del corazón, pero aquí viene lo más interesante y bello, pues permite que cualquier individuo experimente lo divino y que manifieste compasión por los demás, sin importar el sufrimiento por la persona que se ama, se soporta todo sin llegar a ser un masoquista. Lo que vale la pena destacar es que con el mismo sufrimiento se es feliz porque es una donación del yo a los demás, y experimentarlo sólo se logra con la oración, búsquedas místicas de Dios y el servicio desinteresado por el bien de otros, así los griegos veían en sus héroes mitológicos el ágape porque era un amor llevado al extremo. Tenemos como ejemplo el libro de La odisea de Homero, también el cristianismo centra su doctrina en este modelo de amor.[5]

Sin duda resulta positivo experimentar tanto éros como philía, porque entonces descubrirá sus beneficios, perjuicios y limitaciones. Y cuando esté preparado para experimentar otra forma de amor, ágape le estará esperando.[6]

Revisando este bello argumento, debemos de comprender que el ser humano debe moderar su manera de amar, encausándola para bien, conociendo sus limitantes, ya que la afirmación filosófica dice que el ser humano no está preparado para donarse y experimenta la manera más sublime del amor hasta que esté dispuesto para darse a sí mismo.

Raúl Gutiérrez Sáenz, nos da este punto de vista acerca de cómo ve el amor de manera universal y cuál debe ser el amor perfecto:

El amor es la vivencia de la unidad de todos los entes. Gracias a un especial tipo de funcionamiento del cerebro, un individuo es capaz de captar esta unidad ontológica. La gente suele captar sólo la diversidad de las cosas. El que medita capta la unidad del ser. Solamente el iluminado es capaz de captar, fuera de la meditación, la unidad y la diversidad en forma simultánea. Gracias a esta percepción, realiza un tipo de conducta pletórico de virtudes morales.[7]

Por ende, al meditar estas líneas, tendremos en consideración que el amor perfecto consiste en transmitir el mismo amor de Dios y, con esto, beneficiar a los prójimos. Su mejor descripción es la de San Pablo. “Esta virtud máxima en el cristianismo no puede confundirse con las obras de caridad llenas de ostentación, manipulación y egocentrismo.”[8]

Para el final sólo digo lo que un Papa dice desde el platonismo: “El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro y tiende hacia la eternidad pues viene del mismo Dios.” [9]

Significa que quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don, el eros de Dios es un amor apasionado (eros como forma de deseo) por su pueblo, por el hombre y todo lo creado, pues fue obra suya y así tenemos una imagen metafísica de Dios, ya que Él se da gratuitamente y es en absoluto la fuente originaria de cada ser, pero este principio creativo de todas las cosas hacen de Dios un amante con toda la pasión de un verdadero amor como lo explicaba Platón en sus Diálogos, así el eros es purificado y se convierte en ágape formando una relación de Dios, hombre y cosmos.

Referencias

  • Benedicto XVI. (2010).  Deus Caritas est. San Pablo, México.
    García De Diego, Vicente. (2010). Diccionario ilustrado latino-español. VOX.
  • Gutiérrez Sáenz, Raúl. (2010). Introducción a la filosofía. Esfinge.
  • Larroyo, Francisco. (2007).  Diálogos de Platón. Porrúa.
  • Marinoff, Lou. (2007). Pregúntale a Platón. Byblos.

[1] García De Diego, Vicente. (2010). Diccionario ilustrado latino-español. VOX. p. 29.
[2] Gutiérrez Sáenz, Raúl. (2010). Introducción a la filosofía. Esfinge. p. 176.
[3] Marinoff, Lou. (2007). Pregúntale a Platón. Byblos. p.239.
[4] Ibid, p. 240.
[5] Ibid, p. 241-242.
[6] Ibid, p. 243.
[7] Gutiérrez Sáenz, Raúl. Op cit. p.178.
[8] Ibid, p. 179.
[9] Benedicto XVI. (2010).  Deus Caritas est. San Pablo, México. p. 13.