por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por José Dante Daniel Gómez Cuautle
Seguro recuerdas que alguna vez sentiste mariposas en el estómago o palpitar tu corazón por alguien cuando estabas enamorado; recuerdas un momento en que nada importaba más que estar mirando a la otra persona, y darte cuenta de que sonreías tontamente, pero ¿recuerdas también cuando te dijeron “No eres tú soy yo”? ¿Recuerdas cuando te enteraste de que a tu pareja le gustaba otra persona?
El enamoramiento y el desamor podríamos considerarlos como las dos caras de una misma moneda. El enamoramiento nos proporciona niveles altos de dopamina y oxitocina en el cerebro y nos hace sentir apego y placer. El desamor hace que extrañes ese apego y que sientas ansiedad y malestar.
Por allá del 2018 conocí a alguien que, desde mi punto de vista, era todo aquello que siempre quise en una pareja; compartimos unas salidas, algunas caminatas, algún café esporádico, una comida en casa, unas idas al cine y me sentí flechado completamente. Es muy probable que en este punto mi cerebro estuviera secretando dopamina, ya que me sentía feliz, con una necesidad de hacer tantas cosas con ella y pasar mucho tiempo juntos; buscaba siempre pretexto pasa invitarla a salir.
La dopamina es un neurotransmisor que se secreta también con los juegos de azar y las drogas; al ser un sistema de recompensa sentimos la necesidad de estar con la persona de la que estamos enamorados, y nos hace sentir mal estar alejados. Una característica importante del amor romántico es el pensamiento obsesivo hacia la otra persona, por lo cual no es raro que los amantes pasen gran cantidad de tiempo pensando en estar juntos.
Había días en que esperando a que llegara sentía que se me paraba el corazón, aunque a la vez latía muy fuerte; cuando tomaba a esa persona de la mano y sudaba, sentía una sensación de escalofríos, pues bueno esto se debía a la cantidad de adrenalina que producía mi cuerpo al verla o simplemente al esperar por verla. La adrenalina al ser una hormona y también un neurotransmisor hace que entremos en una montaña rusa de emociones; se libera en la medula suprarrenal y actúa sobre todo el cuerpo aumentando la frecuencia cardiaca, dilatando las vías aéreas y contrayendo los vasos sanguíneos. Esto a la vez produce que pensemos con menos claridad, e inclusive puede llegar a desactivar las sensaciones de hambre y de sueño. De aquí el famoso “me quitas el sueño”.
Conforme fue avanzando la relación, se fueron reforzando los sentimientos y las cosas se volvieron más serias. Establecimos acuerdos en la relación; la oxitocina y la serotonina fomentaban y potenciaban la sensación de felicidad, y al igual que con una droga, mi cerebro se fue habituando a estas moléculas hasta tender a buscar dosis mayores mediante muestras de amor cada vez más grandes, o en el caso de algunas personas con la búsqueda de nuevos amantes.
Por lo tanto, la serotonina está asociada con el sentimiento del amor romántico, sin embargo, la ausencia de esta molécula puede ser un problema, ya que sabemos que concentraciones disminuidas están implicadas en distintas patologías psiquiátricas como el Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Pasar del enamoramiento a amar a alguien va más allá de un sentimiento; no es sólo un instinto básico, sino que es todo un proceso cognitivo sofisticado e intelectual que puede implicar un impulso sexual, sentimientos de apego que se manifiestan con la necesidad de lograr una conexión emocional más allá de una relación sexual, pero ¿qué sucede cuando todo acaba? Cuando las relaciones amorosas acaban, en el cerebro se activan las áreas de dolor, inclusive aquellas asociadas al dolor físico.
Fue en 2020, en plena pandemia, cuando me separe de mi ahora exnovia. Antes de romper, la relación se volvió algo serio, teníamos planes de vivir juntos, de viajar, de hacer una vida juntos, pero al final nuestras expectativas no se cumplieron y comenzamos a alejarnos. Las rupturas y despedidas suelen ser dolorosas, así que en esos momentos los niveles de las moléculas que me hacían sentir feliz y enamorado cayeron en picada hasta un punto donde sentía frustración, angustia y tristeza. El cerebro necesita un periodo de recuperación en el que se puedan estabilizar los niveles normales de hormonas y neurotransmisores, lo cual se vuelve complejo si hay contacto con la expareja; ver fotos o escribirse puede reactivar la liberación de neurotransmisores.
Es normal sentirse solo, física o emocionalmente, y frustrado después del termino de una relación, puede ser en parte por la generación de cortisol, se puede sufrir de insomnio, e inclusive se puede afectar la capacidad cognitiva y la respuesta del sistema inmunológico.
Al final, uno siempre puede salir adelante, química, biológica y socialmente. La mayoría de estos procesos mentales y emocionales ocurren inconscientemente, los síntomas que las personas experimentan, como si fuese una enfermedad, obedecen a que el cerebro se pone en estado de alerta porque se siente amenazado, pero es cuestión de cada persona educarse y deconstruir el amor romántico para tratar de evitar la obsesión cuando uno se enamora, y con ello el excesivo dolor cuando llega la separación.
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por José Luis Machado
“Hay palabras que suben como el humo,
y otras que caen como la lluvia”
Madame de Sévigné
De sentidos abundantes,
de letras y de morfemas,
de signos y de fonemas,
perfectos y desafiantes,
de libros en los estantes,
de estantes en las paredes
está vestido mi cuarto,
y sin embargo me aparto,
a preguntarte si puedes…
…decirme con suave voz
contarme aquella palabra,
como si un abracadabra,
nos hechizara a los dos;
así me acerco yo a vos,
con anhelado misterio,
expectante y algo serio,
como si miedo tuviera,
como si me contuviera,
silente cual monasterio…
…a la espera de tu boca
y de su leve sonido,
que a todo le da sentido,
pues ella no se equivoca;
tengo esta manía loca,
de seguir tus directrices,
de cerrar mis cicatrices,
con tu tono y tu decir,
y así me quiero morir,
encerrado en lo que dices.
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Ensayo antropológico: el imaginario amoroso en el consumo de productos y rituales mágico-religiosos
Por Jaqueline Romero Jiménez
En trabajos anteriores me he adentrado en temas relacionados con los imaginarios del miedo en el pasillo 8 del Mercado de Sonora en la Ciudad de México, sobre todo con lo que tiene que ver con el consumo de productos y servicios rituales mágico-religiosos. De los datos obtenidos en mi estancia en campo pude comprender qué miedos son parte del imaginario social, tales como la falta de amor, dinero, protección y salud.
De estas cuatro formas de imaginarios, el más recurrente es la falta de amor; identifiqué que la asistencia del sexo femenino es mayor en lo relacionado al imaginario amoroso y se observa que éste se vincula con la necesidad de la obtención del ser amado, para conservarlo o retenerlo, hacerlo regresar, prevenir el engaño e infidelidad, dominarlo, adivinar las perspectivas de las personas para saber cómo actuar, adivinar sobre el mal de amores, e incluso eliminar personas que estén arruinando su relación.
De los datos obtenidos en mi estancia en campo en el periodo 2019-2020 pude dar cuenta de que para estos malestares amorosos se ofertan servicios rituales como amarres, lectura de cartas y entierros, así como una constelación de productos esotéricos (amuletos, jabones, fragancias, aceites, aerosoles, líquidos, polvos, veladoras) con imágenes y títulos subjetivos entre los que se destacan: “Amarre total”, “Ven a mí”, “Esencia atractiva”, “Vencedora”, “Quita calzón”, “Velo de novia”, “Atrapa hombre”, “Esposo cumplidor”, “Feromonas”, «Más podrás”, “Yo domino a mi hombre”, “Amansa guapo”, “Llama amor verdadero”, “Chuparrosa”, o “Chupamirto”.
También ofertan el uso de santos como la “Santa Muerte” y “San Antonio” (encargados de recuperar el amor), e incluso yerbas que se cree tienen fluidos especiales como la “Adormidera” (utilizada para rituales de amor) o “Abre caminos, amor y éxito”.
En estos pasillos se podrán encontrar especialistas que se asumen como brujos o santeros, quienes dicen ser curanderos, además de un sector pequeño que se asume como magos, e independientemente de sus tradiciones culturales, todos presumen ser videntes que se dedican a practicar sus artes adivinatorias.
Estos comerciantes incitan a las posibles consumidoras que caminan por el pasillo a preguntar y acercarse con una serie de juegos de miradas misteriosas como si lograran adivinar qué están buscando. El hecho de estar en uno de los mercados más importantes en torno a esta oferta cultural les proporcionan a muchos un gusto por la actuación y exaltación de sus poderes mágicos y de herbolaria, con el objeto de expresar saber a un nivel simbólico y mercantil con el que prometen dar explicación y solución a las incertidumbres amorosas recurrentes de las consumidoras y para las cuales se surten diversos productos y servicios alternativos que demandan sus necesidades.
En este sentido, la magia es importante para poder entender el poder de los comerciantes mágico-religiosos al ejercer un beneficio o un daño simpatéticamente (Frazer, 1979, p. 43), a partir de sus técnicas imitativas, las cuales se compone de preceptos positivos y negativos, los primeros serán los encantamientos y los segundos serán los tabúes, “haz esto para que acontezca esto otro” (producir el acontecimiento que se desea), o bien, “no hagas esto para que no suceda esto otro” (evitar el suceso que se teme), en conexión con la manipulación de objetos religiosos que generan la creencia en estas prácticas rituales, lo cual impacta en el imaginario social de las consumidoras, quienes comparten su experiencia con otros e incluso la recomiendan.
Es importante mencionar que, en el contexto de consumo cultural actual de estas prácticas mágico-religiosas, el ritual toma sentido desde la tradición religiosa y cosmovisión del grupo que lo realiza, caracterizándose por los procesos de resignificación y sincretismo que las condiciones históricas le determinan y que perviven dentro del pasillo 8 del Mercado de Sonora, pero con otros fines.
Hoy en día los productos y servicios rituales mágicos-religiosos son efectivos y funcionales, pues explican la causa de los males y desventuras de las consumidoras, y al mismo tiempo prometen soluciones rápidas, fáciles y que parecen muy atractivas en una sociedad que se rige por la rapidez.
Es mediante la eficacia simbólica[1] de estos productos y servicios rituales, que las consumidoras adquieren símbolos de seguridad para continuar con sus vidas amorosas, ante la incertidumbre de la rutina moderna en la cual predomina la desvinculación social, el individualismo, las relaciones sociales efímeras, el consumo de la inmediatez y la búsqueda incesante de símbolos atractivos como mecanismo de inserción socio-amorosa, aunado a la tensiones económicas y la rutina diaria de las obligaciones laborales e incluso de los medios de comunicación que tienden a producir y construir representaciones mentales sobre las relaciones amorosas que habitan en la mente de las consumidoras.
Retomando las evidencias de trabajo de campo, en el acercamiento con los relatos de las consumidoras identifiqué que una de las causas que las incita a acercarse al pasillo 8 es la desconfianza y la percepción de desamor de su pareja, la cual se construye a partir de la incertidumbre sobre sus comportamientos, de la poca o nula muestra de afecto, de la carencia de fidelidad, pues el mayor temor de las consumidoras es el engaño. De manera paralela, se identificó que el consumo se vincula con la atracción física y sexual de una pareja, pues en gran medida las consumidoras le temen a la soledad.
También es evidente que, en la actual época, las parejas aparecen como objetos de consumo emocional de los cuales se espera un beneficio, ya sea que proporcione alegría, satisfacción sexual, beneficios económicos o protección, pues en la pareja es donde nos reconocemos como seres humanos amados.
Finalmente, estas soluciones hoy en día son muy atractivas y satisfacen las necesidades de los clientes, pues son una posible alternativa de solución a sus problemas, ya que por medio del poder simbólico que poseen los productos y los actos de imitación en los servicios rituales, como unir corazones rojos con miel y la foto de los amantes, dañar muñecos con alfileres, enterrar objetos que pertenecieron al amado, se intenta liberar en muchos casos los sentimientos de conflicto emocional, como lo es el engaño y la soledad, aunque esto no les permite huir del todo de sus sentimientos de frustración amorosa, pues el temor a una desilusión o los sentimientos de culpa y vacío fueron identificados en muchos consumidoras.
Referencias:
Frazer, J. G. (1979). La rama dorada. Fondo de cultura económica.
Bourdieu, Pierre (2009). La eficacia simbolica. Religion y Politica. Biblos.
[1] Pierre Bourdieu en su texto La eficacia simbólica. Religión y política, afirma que la eficacia simbólica es producto de “el poder simbólico que les confiere el hecho de creer en su propio poder simbólico”. Así, a través de estas estructuras cognitivas se construye un mundo social, por eso el poder simbólico sólo se ejerce con la colaboración de quienes contribuyen a establecerlo como tal y otorgarle valor simbólico.
por Omar Ka Mendez | Feb 21, 2021 | Febrero, Portada
Portada por Omar Ka Méndez
El amor es uno de los grandes temas que han acompañado al ser humano en su proceso evolutivo y trascendental. Si bien es cierto que todo nace de la palabra y, por ende, la cultura se expande por el universo de cosas que conocemos, el amor también es un componente de la naturaleza, que en el orden de lo establecido resulta ser parte de un halo de indefinición.
En donde no hay nada cabe el todo, es la riqueza incalculable de los espacios no llenados. El amor es el vacío más relevante, pues no sabemos con certeza estrictamente comprobable nada sobre él, excepto que existe y atraviesa la historia material más allá de la especie humana.
El propósito del tema de febrero es explorar distintas perspectivas y enfoques de los alcances que el amor tiene en la vida cotidiana, académica, social y cultural del ser humano.
Equipo editorial