por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Ronnie Camacho Barrón
En mi vida he tenido tres pasiones: la escritura, la mitología y la historia, fue en esta última afición en donde encontré un tema muy interesante, el Batallón Sagrado de Tebas, una unidad élite perteneciente al ejército de Tebas que se diferenciaba del resto por un motivo muy particular, sus filas estaban conformadas por 300 hombres que a su vez se dividían en 150 parejas sentimentales. Así es, un ejército de guerreros homosexuales.
El origen de esta épica legión se remonta a los años posteriores a la guerra del Peloponeso, tiempos cruentos en los que en pos de preservar su soberanía ante los intentos de invasión Esparta y Atenas, la ciudad de Tebas decidió crear una unidad capaz de defender su hogar del enemigo.
En un principio el ejército se creó a base de jóvenes patriotas que respondieron al llamado de sus gobernantes, posteriormente fueron puestos en duplas con guerreros de más experiencia en el campo de batalla a quienes que se les llamaba “conductores” y los soldados más jóvenes pasaron a ser conocidos como “compañeros”.
El propósito de esto era simple, el veterano adiestraría a su compañero ganándose su admiración y a su vez, con el pasar del tiempo y debido a su cercanía, su pupilo terminaría convirtiéndose en el objeto de su protección.
Esto generaba en ellos una complicidad amorosa cimentada por el sentimiento de dar lo mejor de sí no sólo para defender a su patria, sino también para demostrarse como hombres dignos frente al otro, sentimiento expresado por el historiador Plutarco en la siguiente frase,
Para varones de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros (Plutarco, 2017).
La primera victoria que estos feroces soldados otorgaron a Tebas fue sobre los temibles espartanos, aquellos guerreros bien conocidos por su desempeño en el campo de batalla y su deseo de conquista, quienes a pesar de superar en número a las fuerzas del batallón, nada pudieron hacer contra ellos, la magnitud de su derrota fue tan grande que incluso se dice que fue el detonante de la decadencia de la cultura Espartana.
Tras su inesperada victoria, les siguieron 33 años de constantes luchas en las que el Batallón demostró su valía y eficacia, siendo nombrados guardias personales del rey de Tebas y reconocidos como leales combatientes; lamentablemente nada dura para siempre.
Cuando Alejandro Magno y su padre Filipo segundo, rey de Macedonia, se dispusieron a eliminar las ciudades-estados como lo era Tebas, una vez más los miembros del Batallón salieron en su defensa. Pero esta batalla fue distinta a las demás, en un punto el rey Filipo fue capturado en Tebas y durante su cautiverio aprendió sus tácticas militares, las cuales usó en su contra cuando fue libre.
Junto a su hijo y el resto de su ejército, el rey de Macedonia arrasó con las fuerzas de Tebas, muchos de los hombres huyeron durante el cruento combate pero no los miembros del batallón sagrado, ellos continuaron luchando hasta el final, ya no por su reino, sino por la persona que amaban.
Al final de la guerra los cuerpos se acumulaban en pilas de cientos y aunque en esa época, algunos filósofos condenaban la homosexualidad como algo decadente, el propio rey Filipo cuando descubrió la identidad de sus oponentes vencidos reconoció su valor y la fuerza de su amor diciendo esta frase inmortal: «Muera el hombre que sospeche que estos hombres hicieron algo inapropiadamente« (Plutarco, 2017).
Está historia demuestra que sin importar a quien se ame, aquello que alimenta el corazón de las personas aun en el campo de batalla no es el odio por el enemigo, sino el amor y deseo de proteger a las personas que más nos importan.
Referencias:
Plutarco. (2017). Pelópidas y Marcelo. En Vidas Paralelas. Textos.info. https://www.textos.info/plutarco/vidas-paralelas/pdf
por Diego R. Hernandez | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Diego R. Hernández
Desde que la humanidad trabaja sin descanso por miedo a que se le venga la roca encima, el amor está presente en nuestras vidas, incluso antes. En tiempos cuando Prometeo nos liberó de nuestras cadenas enseñando a cultivar la tierra y el pensamiento, ya existía el amor; incluso desde antes que el sapiens fuera homo el amor ya cubría los valles. De hecho, desde antes que se formara el planeta Tierra con basura cósmica, el amor ya se extendía de galaxia en galaxia.
El amor es la energía positiva que, en comunión con el odio, energía negativa, conforman el equilibrio que une y desune todos los elementos en el universo. El vórtice que viaja en constante movimiento sobre un manto negro, como si fuera una serpiente iluminada con distintos colores y que es mejor conocido como sistema solar, contiene el desarrollo de vida y muerte que cambia de espacio conforme pasan los segundos.
Resulta contradictorio hablar de amor propio cuando todos los seres vivos que conocemos y desconocemos viajamos en la misma nave hacia un único destino, por ende compartimos el camino como el sitio de llegada. Las relaciones de amor son tan importantes y necesarias como las de odio, sin embargo, la mayoría de las personas no consiguen ver las dos caras de la luna pues les suele doler el cuello al girar la cabeza.
Existimos en una especie de Pangea espiritual donde las conexiones de dolor y placer advierten que aún no hemos culminado el viaje. El acto que más involucra al amor es el de crear, el dar a luz a un ser es el clímax del amor para una madre, a la vez que es uno de los dolores más intensos que se pueden experimentar. El poeta suele arrancarse las entrañas para darle vida a su obra, que llegará a los oídos de sus lectores como una dosis de amor en forma de palabras.
De tal suerte que en las relaciones cotidianas de los seres vivos, se presentan una serie de combinaciones en la experiencia vivida que tienen repercusiones en nuestra forma de leer el mundo. Amor-placer; amor-dolor; amor-amor; amor-odio; placer-dolor; placer-odio; dolor-odio; sólo por bosquejar algunas. Estas combinaciones entre diferentes manifestaciones de energía y experiencia se materializan en prácticas sociales e individuales. Para el orden general de las cosas todas las relaciones son necesarias, después están los postulados éticos y morales que conforman una cultura.
Bajando a las dinámicas sociales del planeta Tierra, es preciso aclarar que gatos y perros no son exclusivos de portar amor, aunque quizás sean quienes lo materializan de mejor forma, al menos para los ojos humanos, al mover la cola y hacernos fiesta cuando llegamos a casa, o al restregarse en nuestra ropa y llenarla de pelos, lamernos la cara y chillarnos cuando quieren de nuestra comida o entrar a casa. Tampoco es exclusivo de los homo sapiens sapiens, aunque lo hayan institucionalizado a manera de monopolio, específicamente en amor romántico que vaya ¡cuánto daño le ha causado a nuestro género! Daños muy lamentables para las aspiraciones de evolucionar hacia un mejor futuro.
Fornicar no siempre involucra amor, desapegarse de los demás no siempre es cuestión de odio cuando las personas apelan a esa basura de empatía que culmina cuando se topa con intereses que no son de su conveniencia o incumbencia. Invito a no confundir una energía trascendental con prácticas bizantinas que enferman el corazón y la mente de los seres humanos. Hay un lazo de luz que nos une dentro de esta nave, pero también que nos rechaza, apelo al punto medio. Nsala malekum.
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Manuel Horna
Toño estaba leyendo el comunicado que Miss Jennifer había grapado en su agenda (con mucho amor, por supuesto). En el primer bimestre, El lugar más bonito del mundo; en el segundo, Los niños más encantadores del mundo; en el tercero, La bolita azul; y, en el cuarto, Pepe, Pepo y Pipo y la laguna misteriosa. Este último había logrado que mostrara los dientes, al menos un rato pues, que si no se te caen, le decía su madre cuando estaba molesto y arrugaba su frente, nariz y ojos con ahínco.
¿Qué lees…? Otro comunicado del colegio, ¿ahora qué hiciste…? Ah, bah, que sólo es lo que tienes que leer. Ahora cuánta plata nos sacarán estas monjitas, y espera que se enteren que todavía no pagamos la lista de útiles. ¿Qué niño de nueve años usa diez UHUs, cinco paquetes de hojas bond, cincuenta cartulinas y cien rollos de papel higiénico? Nadie pues. (Ni tú pues que me saliste tan cagoncito— dijo para sus adentros, no quería que Toño se molestase otra vez).
Él no les prestaba mucha atención a las quejas de su madre, él estaba interesado en leer ese último libro, ese que le había hecho reír. Mami, ¿podemos ir a comprarlos? Es que quiero ir leyendo para sacarme veintes, puros veintes y que me felicite Miss Jennifer (con mucho amor, obvio). Ay… no sé… a ver dame un besito… muack; otro por tu hermanita… Pero no me pongas esa cara, Toño, que ya sabes lo que pasa con tus dientesitos… muack. Ya, este es el último, por tu papi que no tarda en llegar y luego de almorzar vamos a comprarlos, muack.
Así pasó, luego de repetir plato (eran tallarines con pollo, por supuesto que tenía que repetirse) y comprar los cuatro libros, ¿nada menos si me llevo los cuatro ahora?, en la tienda de Miss Patty, Toño estaba listo para leer. Se tiró de bruces sobre el sofá, ya te he dicho que no estés echado en el sillón que me lo ensucias, Toño, anda al cuarto de estudio y lee sentadito no más. Resignado, se sentó en su escritorio, ay qué lindo estudia mi hijito, y aún con el entusiasmo intacto, abrió Pepe, Pepo y Pipo y la laguna misteriosa.
Faltaban todavía algunas semanas para carnavales, pero las tres plagas… Qué aburrido, dijo ahora con el entusiasmo roto y sin relucir los dientes. Cerró el libro con decepción y esta era tal que ni siquiera les dio oportunidad a los otros. Salió del cuarto arrastrando los pies y con la pena en los labios. ¿Qué pasa, Toño?, ¿por qué no estás leyendo tus libritos…? Ay, ¿son aburridos? No te preocupes, hijito, seguro no puedes leerlos porque estás cansado, son casi las siete de la noche, anda báñate y vienes para cenar.
Toño hizo caso, pero esa noche no pudo dormir. Él sabía que el cansancio no le había impedido seguir leyendo. Meditando en su cama, pensó que el aburrimiento era una excusa, que tampoco era eso. Sentía un peso sobre su cabeza, una obligación, una orden. No era la de su madre, era la del comunicado. ¿Por qué debo leer lo que me dicen? Aunque me lo diga Miss Jennifer (esta vez no fue con tanto amor) yo quiero leer lo que quiera. Decidido, esta vez no arrastraba los pies, por el contrario, los tenía en puntillas; fue a la biblioteca de su padre, quien se había quedado dormido con un libro en el pecho y un líquido café, ardiente, se había derramado. Guácala, pensó.
Con ayuda de una linterna de Barbie que le había quitado a su hermana a escondidas, ya te he dicho que no cojas mis cosas… Mamááááááá, decidió buscar un libro que le gustase. Los heraldos negros… ¿Qué son heraldos? Un mundo para Julius… ¿Qué es un Julius? ¿No será Júpiter? La noche es virgen… La única virgen que conozco es María, ¿hay más? Conversación en La Catedral… No, de seguro es sobre cómo comportarse en misa, eso sí que es aburrido.
No encontraba nada que llamase su atención. Ningún título capturaba su curiosidad. ¿Qué hacer? Estaba a punto de rendirse cuando, sin proponérselo, vio un grupo de hojas desfasadas, rotas y grapadas sin nada de amor. Supuso que era un libro, pero no tenía portada, contraportada ni lomo. ¿Qué era? Al ojearlo, decidió voltear al menos una para ver qué escondían. Con Barbie, siendo mordida por sus dientesitos, leyó:
Podrá nublarse el sol eternamente. / Podrá secarse en un instante el mar. / Podrá romperse el eje de la tierra / como un débil cristal / ¡Todo sucederá! Podrá la muerte / cubrirme con su fúnebre crespón. / Pero jamás en mí podrá apagarse / la llama de tu Amor.
No entendió mucho, pero no importaba, este tipo de cosas no se entienden, se sienten. Sintió la música que golpeaba las paredes de su pecho, ese líquido derramado ya no le parecía ardiente, ahora era acogedor, le calentaba, era una llama que no se apagaba. Amor… eso sentía, este era mucho más del que Miss Jennifer podía ofrecerle, por supuesto.
Muchos años después, sabiendo lo que es un heraldo (duele, pensó), sabiendo que Julius fue como él, pero no tan rico, sabiendo que quería probar marihuana, pero no coca, y que el Perú siempre estará jodido, Antonio se encontraba en el Parque del Divino Maestro, ese que estaba rodeado de nombres de poetas. Allí, en la calle Bécquer, sentado en la banca de madera y rodeado de verdes y blancos, decidió mostrarle su primer amor a su primer amor.
Podrá nublarse el sol eternamente… Ella, con sus cabellos bañados en miel, su piel cándida, labios rosicler y ojos eternos. Podrá secarse en un instante el mar… La playa, durante la noche, esa que conocemos muy bien. Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal… El cristal que nos separó, tú viéndome a través de él, con destino a Lima. ¡Todo sucederá…! Nada pasó, tú estás igual, el mar sigue esperándonos y el cristal nunca se rompió, sigues allá. Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón… Que me cubra si es por ti. Pero en mí jamás podrá apagarse la llama de tu Amor.
Ella sonrió, lo estaba haciendo desde que empezó, fue en aumento. Aplaudió sin tapujos, sin vergüenza. Rápidamente tomó el brazo de Antonio y se aferró a él. El calor era sincero, sus mejillas rosadas descansaban cerca del inexperto hombro.
Se levantaron, ella aún no lo soltaba, y caminaron una vez más a lo largo del parque, así como caminaron en la playa, y en Lima, un año después, cuando fue a visitarla. De pronto, sentía que estaba sonriendo, en el pecho resonaba el poema (en ese instante supo qué era la poesía) y una llama lo avivaba. Amor. Tuvo unas ganas casi incontrolables de besarla, pero no sabía qué hacer, cómo proponérselo, no sabía, en resumen, qué más dar.
Trujillo, 2021
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Humberto Romano
Nuestro objetivo es conocer el pensamiento platónico acerca del amor a través de sus escritos, así como los comentarios de otros autores para comprender y asimilar este tema filosófico en lo teórico y práctico de nuestra existencia.
Desde antiguo, las concepciones acerca del amor se orientan hacia lo metafísico; como hipótesis, pienso que entre más experimentemos el amor como la verdad misma que viene del ser supremo y la compartamos con los demás, seremos más virtuosos porque el amor, desde una concepción metafísica, es una expresión de las propiedades del ser.
En una de sus obras, titulada El banquete, Platón afirma: “Para mí el amor es la verdad”. Concordando con una de la característica de los trascendentales del ser, por ello si partimos de esta breve definición encontraremos mucha coherencia con lo que realmente necesita el mundo de hoy.
Para explicar la concepción acerca del amor me apoyaré en algunos autores que, retomando a Platón, hacen sus propios juicios basados en sus 3 ponencias máximas: Lysis o de la amistad, Simposio (banquete o de la erótica) y Fedro o del amor, las cuales, junto con los comentarios de otros autores, pretendo enlazar para que se obtengan herramientas para experimentar el amor desde el plano humano y divino.
Generalidades sobre el amor platónico: concepto de amor
Hoy en día se reduce este término a una simple cursilería o sentimentalismo por la época postmoderna, pero los antiguos griegos no lo veían así; sus avances y descubrimientos en los campos de las matemáticas, la lógica, la ética y la estética entre otros aportes, ejercen una fuerza muy grande en la cultura occidental y me atrevo a decir que a nivel mundial. En ese tiempo los griegos eran paganos y su visión del alma no era religiosa ni guardaba relación con fantasmas o espíritus.
La palabra ‘amor’ viene del latín amor-oris: sin muerte, que significa inclinación, afecto o corresponsabilidad hacia alguien.[1] Platón y otros creían que el amor residía en el alma y que el alma (y por lo tanto el amor) se dividía en tres partes o dimensiones. Esas dimensiones corresponden al vientre, la mente y el corazón, por lo que denominaron a las tres clases de amor: eros, philía y ágape.
Ahora, después de entender un poco la concepción que se tenía de este término, presento una definición del concepto de amor desde el punto de vista filosófico:
El amor se puede definir como la fuerza que une y armoniza a dos o más individuos. Su base ontológica es la unidad que de hecho se da entre todos los entes del universo. Cuando se conocen elementos afines en el plano superficial del interlocutor, el amor que resulta es superficial: Cuando se conocen elementos afines en la profundidad de la otra persona, el amor que surge es un amor profundo y desinteresado. La calidad del amor depende, pues, de la calidad del conocimiento que una persona puede realizar. [2]
EL EROS
Se refiere a la palabra erótico, que hoy en día se entiende como todo lo referente al placer sexual desordenado o lujurioso, cuando realmente en la visión griega se refería a toda inclinación hacia cualquier apetito físico humano como lo es el comer y el beber (pertenecían al ámbito del vientre), al igual que el apetito sexual. Pero en la actualidad al referirnos al amor erótico pensamos en amor sexual, pero aquí no está el problema, sino que se presenta como una connotación de un magnetismo animal.[3]
EL PHILÍA
El amor filial es una atracción intelectual hacia algo o alguien, que se transforma en una forma de amor, por ello philía significa amar a las personas, las cosas o las ideas de manera no sexual, por ejemplo, la buena relación entre un maestro y su alumno, atracción hacia un amigo, libros, un paisaje, un tema, un trabajo o una vocación, pero la expresión más poderosa del philía es la amistad.[4]
EL AGÁPE
Es la forma más elevada del amor y el que más escasea, es un amor que no pide nada a cambio, y las personas que actúan con el ágape lo hacen por motivos que van más allá de lo personal; éste sólo mana del corazón, pero aquí viene lo más interesante y bello, pues permite que cualquier individuo experimente lo divino y que manifieste compasión por los demás, sin importar el sufrimiento por la persona que se ama, se soporta todo sin llegar a ser un masoquista. Lo que vale la pena destacar es que con el mismo sufrimiento se es feliz porque es una donación del yo a los demás, y experimentarlo sólo se logra con la oración, búsquedas místicas de Dios y el servicio desinteresado por el bien de otros, así los griegos veían en sus héroes mitológicos el ágape porque era un amor llevado al extremo. Tenemos como ejemplo el libro de La odisea de Homero, también el cristianismo centra su doctrina en este modelo de amor.[5]
Sin duda resulta positivo experimentar tanto éros como philía, porque entonces descubrirá sus beneficios, perjuicios y limitaciones. Y cuando esté preparado para experimentar otra forma de amor, ágape le estará esperando.[6]
Revisando este bello argumento, debemos de comprender que el ser humano debe moderar su manera de amar, encausándola para bien, conociendo sus limitantes, ya que la afirmación filosófica dice que el ser humano no está preparado para donarse y experimenta la manera más sublime del amor hasta que esté dispuesto para darse a sí mismo.
Raúl Gutiérrez Sáenz, nos da este punto de vista acerca de cómo ve el amor de manera universal y cuál debe ser el amor perfecto:
El amor es la vivencia de la unidad de todos los entes. Gracias a un especial tipo de funcionamiento del cerebro, un individuo es capaz de captar esta unidad ontológica. La gente suele captar sólo la diversidad de las cosas. El que medita capta la unidad del ser. Solamente el iluminado es capaz de captar, fuera de la meditación, la unidad y la diversidad en forma simultánea. Gracias a esta percepción, realiza un tipo de conducta pletórico de virtudes morales.[7]
Por ende, al meditar estas líneas, tendremos en consideración que el amor perfecto consiste en transmitir el mismo amor de Dios y, con esto, beneficiar a los prójimos. Su mejor descripción es la de San Pablo. “Esta virtud máxima en el cristianismo no puede confundirse con las obras de caridad llenas de ostentación, manipulación y egocentrismo.”[8]
Para el final sólo digo lo que un Papa dice desde el platonismo: “El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro y tiende hacia la eternidad pues viene del mismo Dios.” [9]
Significa que quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don, el eros de Dios es un amor apasionado (eros como forma de deseo) por su pueblo, por el hombre y todo lo creado, pues fue obra suya y así tenemos una imagen metafísica de Dios, ya que Él se da gratuitamente y es en absoluto la fuente originaria de cada ser, pero este principio creativo de todas las cosas hacen de Dios un amante con toda la pasión de un verdadero amor como lo explicaba Platón en sus Diálogos, así el eros es purificado y se convierte en ágape formando una relación de Dios, hombre y cosmos.
Referencias
- Benedicto XVI. (2010). Deus Caritas est. San Pablo, México.
García De Diego, Vicente. (2010). Diccionario ilustrado latino-español. VOX.
- Gutiérrez Sáenz, Raúl. (2010). Introducción a la filosofía. Esfinge.
- Larroyo, Francisco. (2007). Diálogos de Platón. Porrúa.
- Marinoff, Lou. (2007). Pregúntale a Platón. Byblos.
[1] García De Diego, Vicente. (2010). Diccionario ilustrado latino-español. VOX. p. 29.
[2] Gutiérrez Sáenz, Raúl. (2010). Introducción a la filosofía. Esfinge. p. 176.
[3] Marinoff, Lou. (2007). Pregúntale a Platón. Byblos. p.239.
[4] Ibid, p. 240.
[5] Ibid, p. 241-242.
[6] Ibid, p. 243.
[7] Gutiérrez Sáenz, Raúl. Op cit. p.178.
[8] Ibid, p. 179.
[9] Benedicto XVI. (2010). Deus Caritas est. San Pablo, México. p. 13.
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Arturo Waldo
Nos miramos, ella en el escenario del teatro y yo desde el público. Compartimos algo de forma instantánea. Algo difícil de nombrar aunque más claro que el agua. ¿Es la certeza de sabernos vivos la que cesa la imaginación o el recuerdo? Me pregunté al aplaudirle a aquella hermosa actriz.
En más de una ocasión me percibí carente y atemorizado por la soledad. Somos lo más cercano que tenemos y aun así salimos a la calle a buscar quién nos “complete”. La mayoría de las veces lo que encontramos es otro ego escaso de sí. Es extraño pero cierto: es imposible recibir amor porque el amor verdadero únicamente puede ofrecerse.
Sonreímos al comprender que no somos lo que pensamos ni lo que sentimos. No somos lo que nuestras aspiraciones egóticas buscan. No somos el niño herido que desea consuelo en el pecho de su madre. Somos mucho más, aunque es común experimentar contradicciones y sufrimiento al ignorarlo.
Los seres humanos somos poseedores de energía femenina y masculina, sin importar nuestro género sexual. Conforme crecemos, distintos estímulos delinean nuestra realidad subjetiva. Algunas veces subrayamos hábitos racionales, emocionales y permitimos que sea nuestro cuerpo el que lleve el volante de nuestra experiencia vivencial.
Las voces de autoridad (padres, maestros, gobierno, etc.) nos lanzan etiquetas que progresivamente limitan nuestra verdadera esencia, aunque algunas de ellas desean lo mejor para nosotros, en ocasiones terminamos confundidos y autolimitados.
Aprendemos que somos buenos para las matemáticas pero para la poesía no, que somos buenos en el gimnasio pero no somos buenos leyendo libros, etc. Pensamos que no somos suficientes, y una vez instalada esa creencia comenzamos la búsqueda del “amor” que en realidad es el deseo de dejar de sentirnos incompletos.
El deseo no es malo ni bueno, es el motor del que se origina lo externo y lo interno, lo bello y lo sublime, lo femenino y lo masculino. La búsqueda en el contraste donde encontramos conocimiento. El deseo es natural pero al no saber elegir lo que deseamos puede llegar a convertirse en una enorme fuente de ansiedad.
Miramos cuerpos, nos volvemos dependientes de quien confía en nosotros u obtenemos valor a partir de las ideas de alguien más y nos enamoramos, sin saber que la belleza, bondad y verdad que experimentamos del mundo externo es lo que nosotros mismos somos.
—Quisiera haber dicho a mi exesposa lo que aquella actriz en el escenario dijo— pensé, después de ser cautivado por el papel que interpretó en el teatro la mujer que hoy amo, pero ¿quién es ella?
Miro a Elvira y sé que ella es todo lo que conozco de mí y mucho más. Ella también es lo que desconozco de mí; es una oportunidad de reconocerme humano y completo al reconocerla a ella de la misma manera. Ella es lo eterno que conmigo es absoluto cuando nos fundimos en la certeza de saber que esencialmente somos vida, más allá de lo que vivimos. Somos el fluir del tiempo y el espacio que resuena fuerte porque desea con toda el alma Amar, y Amar es el deseo devocional de conservar aquello que se ama porque es perfecto, no está privado de nada. Es incondicional. Es suficiente.
por Redacción | Feb 22, 2021 | Febrero
Por Iliana Martínez Díaz
Mar de tus ojos
mar de besos
mar de tu mar.
Estremecedor rugido.
El inmenso azul
grita mi nombre.
Abres la boca
siento la brisa.
Dejo que me empape.
La espuma blanca
moja la suave arena
de mis muslos.
Tu lengua traza
el colorido arrecife
entre mis piernas.
Criaturas marinas
vienen y van,
entran y salen.
Tus olas constantes
se desbordan adentro,
en lo profundo.
El vaivén del agua
sugiere el camino
y me sumerjo.
Dos peces
nadan ágiles
contra la marea.
Se mecen ligeros
como bailando
It takes two to tango.