Por B. Ernesto Vera
¿Acaso existe el amor?, ¿qué es el amor?, ¿cómo existe el amor?, ¿cuántos tipos de amor existen?, ¿deja de sentirse el amor?… Parece que el amor tiene muchas más preguntas de las que se podrían responder, por lo que el motivo de estas páginas será puntualizar y reflexionar algunos elementos del amor como un sentir humano, principalmente sobre lo que significa ser un ser que ama y, al mismo tiempo, es amado.
El amor existe de múltiples formas en un sentido ontológico, es una abstracción del pensamiento, pero nadie ha visto cómo se vería el amor, si acaso es rojo como solemos asociarlo o sólo se trata de un riego continuo de dopamina en el cerebro.
Podríamos decir que existe porque podemos sentirlo, es decir, genera una reacción en nuestro cuerpo, en nuestra mente y aún más allá de las reacciones biológicas; el amor es simultáneamente propio, lo experimenta el sujeto, y también de manera social se comparte con los demás (a veces seleccionamos con quién compartirlo y otras sin darnos cuenta ya lo estamos sintiendo con quien menos lo imaginamos).
Pero los humanos tenemos cualidades que no siempre nos gusta escuchar que existen en nosotros, aunque el amor nos recuerda que allí están, y de no ser tomadas en cuenta la factura por ignorarlas será alta. Así como podemos realizarlas cuando estamos amando a alguien, es igual de probable que nos suceda cuando nos están amando, ¿qué cualidades son esas que el amor nos recuerda?
Los humanos no sabemos cómo actuar, el amor nos lo recuerda a cada momento, por más que creamos saber cómo actuar ante las circunstancias de la vida, nada es igual; nada se repite, cada experiencia que el amor nos genera es tan diferente y única que requiere de nosotros un esfuerzo pertinente, sin bajar la guardia. Aun con eso, no se elimina la posibilidad de equivocarse al amar.
Los humanos somos inacabados, por más que tengamos experiencias en el amor, éste siempre nos enseña algo nuevo, los humanos que vivimos ante tanta incertidumbre buscamos hacernos de hábitos, aunque el amor nos recuerda que no siempre son los mejores o incluso, que somos carentes de hábitos para sostenerlo.
Con el intento por generarnos hábitos con el amor, éstos no siempre resultan, ya que los humanos somos perfectibles, más nunca perfectos, intentemos hacer las cosas con la mayor cantidad de detalles posibles para por fin conseguir un momento más o menos perdurable en el escenario del amor, pero olvidamos otros, y el amor juzga hasta los más mínimos detalles. Tampoco significa estar estresados todo el tiempo por lograr la anhelada perfección, pero sí estar atentos a la delicadeza y sutileza que involucra al amor.
Quedan un par de características humanas que describir, aunque parece oportuno decir que nunca debe perderse de vista que el amor es libertad, muchas veces al amar nos desvía la idea de que al tratarse de nuestro esfuerzo propio el amor nos pertenece, al grado de que lo cosificamos como si se tratará de comprar un par de zapatos que podemos utilizar cuando se nos ocurra.
Debemos buscar como humanos que la libertad sea el esplendor del amor, con las cualidades de la exploración, el descubrimiento, la curiosidad, el acompañamiento y sobre todo el espíritu de compartir, bajo la premisa de esperar que el amor nos permita conocer la diversidad de las formas en que los humanos podemos ser.
Por este motivo, los humanos somos contingencia, es decir que el amor es una posibilidad en que logramos sentir cosas, llenarnos de experiencias, por lo que no sólo existe un solo tipo de amor, una forma de amar o de que nos amen. La templanza para decidir qué amor nos gusta más e intentar hacerlo parte de nuestras vidas es la razón de la posibilidad, sin olvidar que un día puede que esto cambie.
Si de humanos estamos tratando, de cómo se relacionan y el amor que sienten, debe recordarse que somos conflictivos: no nacemos con la capacidad de saber cómo actuar frente nuestros semejantes o cómo expresar el amor, la tarea de aprendizaje requiere de toda la vida, no existe un punto en que seamos los expertos del amor, sólo podemos lograr decir que somos un tanto conocedores de algunas experiencias que involucran el tema.
Después de esto, parece que el amor y los humanos son una conjunción bastante frágil y, a decir verdad, lo son, somos una especie endeble. ¿Entonces el amor no es viable para los humanos?, por supuesto que sí, el amor es una de las pocas respuestas para el cambio de nuestra especie, aun con lo sutil que es conformar el amor no deja de ser la experiencia de aprendizaje y validez del tiempo, esfuerzos, sentimientos y trascendencia de nuestro propio yo, para lograr involucrarnos con otros (nuestra familia) o alguien en particular (alguna pareja), el amor es un acto de empatía que rompe con el egoísmo que tanto azota a nuestra época.
“Amor es todo lo que hay, lo que hace al mundo girar, amor y sólo amor, no puede negarse. No importa lo que pienses, no serás capaz de hacer nada sin él” (Dylan, 1969).