Uróboro

Uróboro

Por Jajo Crespo

Recuerdo
a la Yaya:
mujer nunca casada
de plantas firmes y flores sempiternas,
de perfumes acaramelados y excesivos
como declaración de su presencia.
La recuerdo caminar entre sombras
esquivando las sílabas fraccionarias
de los nombres y las cosas:
recuerdo eso, eso y eso,
a mi primo Oye, a mi tía Oye,
a mi hermana Oye y yo mismo Oye.
La recuerdo escapando
       de la cura del tiempo,
       de los tiempos de dios
       y de los médicos.
Recuerdo escuchar
el principio de una historia
en el ocaso de su propio final
y repetirse y repetirse y repetirse;
pero no creo que estuviera loca,
tal vez el tiempo en su cabeza
       (su cabeza de resortes pajizos)
se plantó como semilla y creció
igual que todo lo que ahí crecía.
Tal vez fue el karma
de su vicio de canarios y de cantos
que encerró su tiempo en una jaula,
o tal vez fue maldición mexicana
que se vengó de su ansia de hispanidad
enjaulándola en su propio mote.
Tal vez cuidando sus plantas
quedó eclipsada por el sigilo
de un gusano que comía su propia cola.
Haya sido como haya sido,
el tiempo de la Ya-ya pasó…
de ser una flecha con origen y camino
a ser un punto indeterminado
en nuestro plano, pero para ella
su punto tenía un delante
que se movía hacia
       todos los futuros que ha tenido el tiempo,
su presente se dimensionaba
en un eterno “a punto de”
                      y “desde ninguna parte”.
Por eso,
como viajera de todos los futuros,
había veces en que mi rostro
se le difuminaba
        por el peso de mi propia inexistencia
en su línea atemporal;
Por eso
su ocasional actitud pueril o vacilante
cuando sus plantas se posaban
en sus instantes de faldas y paletas
o en la cola de su vestido de recién casada.

Recuerdo
a la Yaya:
mujer nunca casada,
la recuerdo caminar entre sombras
esquivando las sílabas fraccionarias
de los nombres y las cosas:
recuerdo eso y eso,
a mi primo Oye, a mi tía Oye.
La recuerdo escapando
       de la cura del tiempo,
       de los tiempos de dios.
Recuerdo escuchar
el principio de una historia
en el ocaso de su propio final
y repetirse y repetirse;
pero no creo que estuviera loca,
tal vez fue el karma
de su vicio de canarios y de cantos
que encerró su tiempo en una jaula.
Haya sido como haya sido,
el tiempo de la Ya-ya pasó…
de ser una flecha con origen y camino
a ser un punto indeterminado
en nuestro plano,
       su presente se dimensionaba
en un eterno “a punto de”
                      y “desde ninguna parte”.
Por eso,
como viajera de todos los futuros,
había veces en que mi rostro
se le difuminaba
       por el peso de mi propia inexistencia.
Por eso
su ocasional actitud pueril o vacilante
cuando sus plantas se posaban
en sus instantes de faldas y paletas
o en la cola de su vestido de recién casada.

Recuerdo a la Yaya,
alegre, vulnerada, enojada
sonriente y extraviada,

La recuerdo
con un poco de pena
y un poco de angustiado terror
cuando en el espejo noto las historias
que mi mente crea y me entrega como

recuerdo…

Nana de la niña-papa

Nana de la niña-papa

Por Luis Miguel Blanco Arias

¡Duérmete mi niña-papa,
joya sudamericana!
Akshu te llaman los quechuas,
y amqa los nobles aimaras.
La tierra te abre su seno,
en los Andes tienes cama.
El sol te arrulla, amarillo
como tu bendita entraña.
Anda, indígena chiquita,
a soñar con las alpacas.

¡Duérmete mi niña-papa,
maravilla subterránea!
Hoy te sepultan dos manos
y mañana dos te sacan.
Hoy duermes en cuna andina
y mañana en hirviente agua.
Así es de tu vida el ciclo:
siembra y saca, siembra y saca…
Acurrúcate gordita,
en la América sagrada.

¡Duérmete mi niña-papa,
felicidad del que labra!
Que te entierren como a Cristo
y al tercer día renazcas.
Que de tu existir la rueda
nunca detenga su marcha.
Dios te amase como al buen pan
que nutre a toda una patria,
y ponga en ti la ambrosía
de las féculas sagradas.

¡Arrorró, que hoy te entierran!
¡Arrorró, que hoy te sacan!
Será este sueño cual cóndor
que te llevará en sus alas.
Te esperaré junto al lecho
como un ángel de la guarda,
por si despiertas en tiempos
de mis hambres inhumanas,
para mecerte y mecerte
en nueva cuna: mi panza.

Recuerda, es tu vida un ciclo:
siembra y saca, siembra y saca…

A SUEÑO ABIERTO

A SUEÑO ABIERTO

Por Jorge Cappa

Una vez más, me sigue una moneda
rodando en el alambre del final.
La cara es la virtud de una promesa.
La cruz es un reflejo sin cristal.

Da igual que me oculte bajo la pena.
Las sombras me descubren la verdad.
Hay cosas que se curan por las buenas
y hay otras que no tienen vuelta atrás.

Voy a probar a ser aquel que era
cuando soñaba qué quería ser.
Voy a decirle sí a la certeza
de que no queda nada que perder.

En el balcón, mis dudas se resbalan.
En el jardín, la luna empieza a arder.
La noche juega con la madrugada.
La agonía se logra disfrazar de sed.

 En un rincón, mi voz abre las alas.
Se asoma la frontera ante mis pies.
El sol mezcla la prisa con la calma.
El futuro ya no pregunta por qué.

Otra vez más, tu nombre me desvela
jugando a ser la jueza en el umbral.
La salvación se escribe con tus letras.
La condena es tu huella entre la sal.

Ya sé que mis palabras no te encuentran.
El silencio hace equilibrio en la mitad.
Hay páginas que brillan con tu ausencia
y hay versos que se oxidan si no estás.

Voy a lanzarme a ser aquel que era
cuando soñaba que ibas a volver.
Voy a decirle sí a la silueta
que ahora ocupa tu lugar en el papel.

En el balcón, mis dudas se resbalan.
En el jardín, la luna empieza a arder.
La noche juega con la madrugada.
La agonía se logra disfrazar de sed.

 En un rincón, mi voz abre las alas.
Se asoma la frontera ante mis pies.
El sol mezcla la prisa con la calma.
El futuro ya no pregunta por qué.

 

  • Esta letra de canción está incluida en el libro de poesía Sueños en el aire (Chiado Editorial, 2017).
Cursus temporis

Cursus temporis

Por Alejandro Vega Gaona

Cuando las posibilidades son infinitas pero aun así todo es un lapso de tiempo evolucionando, modificándose en inmensas dimensiones y el cual nunca detendremos.
País: México
Técnica: diseño en calidad fotográfica
Tamaño: disponible en varias medidas
Fecha de creación: noviembre, 2021