por Diego R. Hernandez | Abr 6, 2021 | Abril
Por Diego R. Hernández
Con luces tripulantes de noche
la nave se abre camino,
recorre pero nunca llega
a destino donde mande un rey.
Máquina con calcetines,
a veces con ramas de cerebro
pero con sombrero
para asegurar la sombra.
Ley interna de asamblea
que controla lengua y mueve dedos,
aunque entre calma y peligro
por apagones y desconectes.
Desvelo de tierra eléctrica,
cápsula de sangre o costal de risas,
cuya herencia de gusanos
es ceniza de basurero.
Carne vieja colgada
en cruz de carnicería.
Piel encerrada en trapos,
planchados para ir a trabajar.
Nalgas que rugen y espantan
si no son para dar me gustas.
Tetas y máscaras que venden,
corazones que se regalan.
Humo que se siente plata
por aquello del color plateado.
Árbol en macetita
que se mueve más, pero crece menos.
Sueño de ser mar,
nada más por amanecer mojado.
Envase retornable relleno
de coca, meados o sal.
Nuestro cascarón es recuerdo
de que un día animales fuimos,
aunque la Lupe siga
con el coño clausurado.
por Redacción | Abr 6, 2021 | Abril
Por Ale Montero
Sirvió el café lentamente con su brazo tembloroso. Salió de casa. Su pierna izquierda impulsaba ansiosa su cuerpo a casa para revisar que todo estuviera en orden, mientras su pierna derecha permanecía relajada.
Llegó a su oficina. Ordenó papeles sobre su escritorio con extremidades trémulas. El brazo izquierdo continuaba ordenando papeles; el derecho palpaba el teclado de una computadora.
Al llegar a casa colocó sus llaves en un llavero. La parte izquierda de su cuerpo insistía en comprobar que las llaves estuvieran en donde fueron colocadas. La parte derecha quería seguir avanzando. Permaneció inmóvil. Sentía relajada la mitad derecha de su cuerpo. La mitad izquierda le enviaba punzadas de inseguridad. Revisó las llaves. Posteriormente, caminó con frustración.
Durante la mañana siguiente, su mano izquierda aprisionó una caja de cereal por no haber llenado completamente un recipiente. Con todas sus fuerzas intentó abrir su mano izquierda con la derecha. El brazo derecho jaló al izquierdo. De manera inesperada, logró arrancar a la mano izquierda. De repente, sintió una tormenta de chispas y una herida de electricidad abriéndose como flor en su estómago. Regresó a llenar perfectamente el plato. Su mano izquierda por fin se aflojó y sintió un alivio en el abdomen. Fue por una caja de leche. Dejó a su brazo izquierdo servir el líquido de manera perfecta en el recipiente. Tomó asiento con gran frustración.
Fue con un psicoterapeuta.
—Háblame de tu pasado.
—Tengo pocas experiencias. Trabajo, como, duermo. Lo que haría cualquiera. No tengo familia. No vivo con nadie, pero eso no me afecta. Mi problema es la coordinación de mi cuerpo. Creo que es psicológico.
—Me gustaría saber más de tu infancia para conocerte mejor.
Terminó la sesión. Pagó y se fue. Decidió no volver.
Regresó a casa. Colocó las llaves en el llavero. Enseguida el brazo izquierdo impulsó su cuerpo hacia la mesa. Quedó inmóvil. Hizo caso a la mitad izquierda de su cuerpo.
Durante la mañana siguiente, su mano izquierda no soltaba la caja de cereal. Alentó a su mano a sostenerla por más tiempo. La mano se aflojó enseguida. En su interior sintió cómo a su parte izquierda la dominaba la pereza. Cada vez que la mitad izquierda de su cuerpo deseaba asegurarse del orden, alentaba su deseo y al final dicha mitad dejaba de estar empecinada. La parte izquierda se tornó relajada, y la derecha más estresada.
A la mañana siguiente, salió de casa avanzando con tranquilidad. Renunció a la idea de ir a la fábrica en la que había nacido para ser arreglado: el robot se había reparado.
por Redacción | Abr 6, 2021 | Abril
Por Arturo Waldo
I. Rostro
Sorprendido, descubrí el espejo. Miré mi rostro y puse atención a todos los detalles. Mi nariz, mis ojos, la forma de mi cabeza y mi piel. —¿Este soy yo?— me pregunté.
II. Sexo
Bajo la banca, Ana y Karen nos revelaban su naturaleza. Mi ingenuidad no alcanzaba a comprender qué significaba aquello. De una semilla risueña brotaba el descubrimiento del sexo.
III. Labios
Sonó la campana de la escuela cuando Isela se acercó a mi rostro, dispuesta a besarme. Sus labios tocaron los míos. Su lengua tocó la mía y fue así como nos hicimos novios.
IV. Ombligo
Encerrado en mi habitación, me escurría el sudor con cada serie de lagartijas: una, dos, tres, y así hasta doce. Después, las abdominales: uno, dos y a la tercera… un dolor terrible. ¡Mi ombligo salió a dar un paseo!
V. Cráneo
Amarré mi patín del diablo a la bici. —¡Más rápido, más rápido!— le grité a mi vecino, quien pedaleaba a toda velocidad. Al llegar a una curva salí disparado y mi cráneo rebotó en el concreto como balón de fútbol.
VI. Sangre
—¡El que sigue!— gritó la enfermera sujetando la aguja con la que le sacarían sangre. Después de veinte minutos le negaron la oportunidad de ser donador. —Si sigues así, no llegarás a los treinta—.
VII. Nariz
Hurgaba su nariz para sacarse los mocos. Cada día hurgaba un poco más. Al centésimo día dio negativo a Covid.
por Redacción | Abr 6, 2021 | Abril
Por El hijo de los hombres
Miro mis ojos frente al espejo
allí está el tiempo que no fue,
el camino que no recorrí,
el sol cansado,
la memoria detenida y breve,
el poema impenetrable,
el árbol sin raíces,
la flor sin pétalos,
la tierra inútil,
la oscuridad que no se puede medir,
las inquietas y desafortunadas hojas,
la palabra sin miel, el silencio insonoro,
la tortura irrealizable
y todo aquello que nadie sabe nombrar.
Frente al espejo no soy más que un cuerpo,
un cuerpo que cae:
algo le falta a este cuerpo.
No me confundo
con el que tuvo que pararse sobre los tejados
a dar gritos llamando a la blancura
o al tiempo que todo perdona.
No tengo similitud
con un paraje relegado a cambiar de estadío
constantemente,
ni con un hombre debilitado por ausencias,
distancias ni desilusiones.
No necesito aceptarme como soy
ni transformarme en un bosque enigmático,
solo permanezco ahí,
silencioso,
contemplando mi vastedad que acuna,
su calendario,
la profundidad de la espina.
Habito este silencio
con la prestancia de ese mismo silencio
mi cuerpo respira profundamente;
evoca el conjuro
y giro la llave.
por Redacción | Abr 6, 2021 | Abril
Por Daniela Estrada