Por Arturo Waldo
I. Rostro
Sorprendido, descubrí el espejo. Miré mi rostro y puse atención a todos los detalles. Mi nariz, mis ojos, la forma de mi cabeza y mi piel. —¿Este soy yo?— me pregunté.
II. Sexo
Bajo la banca, Ana y Karen nos revelaban su naturaleza. Mi ingenuidad no alcanzaba a comprender qué significaba aquello. De una semilla risueña brotaba el descubrimiento del sexo.
III. Labios
Sonó la campana de la escuela cuando Isela se acercó a mi rostro, dispuesta a besarme. Sus labios tocaron los míos. Su lengua tocó la mía y fue así como nos hicimos novios.
IV. Ombligo
Encerrado en mi habitación, me escurría el sudor con cada serie de lagartijas: una, dos, tres, y así hasta doce. Después, las abdominales: uno, dos y a la tercera… un dolor terrible. ¡Mi ombligo salió a dar un paseo!
V. Cráneo
Amarré mi patín del diablo a la bici. —¡Más rápido, más rápido!— le grité a mi vecino, quien pedaleaba a toda velocidad. Al llegar a una curva salí disparado y mi cráneo rebotó en el concreto como balón de fútbol.
VI. Sangre
—¡El que sigue!— gritó la enfermera sujetando la aguja con la que le sacarían sangre. Después de veinte minutos le negaron la oportunidad de ser donador. —Si sigues así, no llegarás a los treinta—.
VII. Nariz
Hurgaba su nariz para sacarse los mocos. Cada día hurgaba un poco más. Al centésimo día dio negativo a Covid.